martes, 28 de diciembre de 2010

ARISTIDES UREÑA RAMOS Un humilde pesebre veragüense

-A los peloteros de mi tierra-

Publicado el 25 de diciembre del 2010.

El encuentro fue marcado por una tímida sonrisa, con un rápido movimiento el cholo José agarró la gran chácara que María, su esposa, traía. Era una tardecita de un sábado de diciembre, en el mercado de Santiago y la chiva de pasajeros acababa de llegar desde la cordillera de Calobre.
—“Corre, sígueme, que estoy apurado”—, fue lo único que supo decir José y la cholita María obedeció, siguiendo los rápidos pasos de su marido... ella, en silencio y rigurosamente en fila detrás de su hombre, seguía entre la multitud de paisanos bajados al pueblo para la preparación de la zafra anual. El mercado de Santiago era un hormiguero de gente apurada esa tardecita cercana a las fiestas navideñas.

Y subieron por la calle de los Guevara, hasta llegar al parque Central, frente al Municipio, colocándose bajo el viejo almendro, donde otros paisanos acampaban con sus familias.

—“Compa, pase para acá, que acá también celebramos”.— Este no era un saludo, era la petición para pasar la botella de aguardiente que el pequeño grupo de indios hacía circular entre los machos... No se sabe cuánto tiempo había pasado, pero de repente, a plena noche, comenzó un vendaval, soplaba un viento caliente, como si la misma Tierra quisiera temblar, el grupito, asustado, buscó refugio donde pudo. José, que estaba borracho, junto a María, se puso a los pies del monumento a Juan Demóstenes Arosemena... José, pese a la cantidad de alcohol consumida, aún hablaba pareciendo lúcido. Y el extraño viento caliente no daba tregua alguna, aumentado su intensidad cada vez más y más.

De pronto, José saltó como un conejo y se encaramó en el monumento a Juan Demóstenes y desde allá, mirando a María, comienza a gritar, con los brazos abiertos:
—“Yo que quería una mujer que fuera de pueblo... y mira mi maldita desgracia, contigo me vengo a amarrar”—
Y continua: —“¡Aaaaah, mis males!, con una india me tenía que meter”. María, avergonzada, se pasaba la mano por sus cabellos y miraba con gran preocupación a su marido encaramado y balanceándose sobre el monumento. El violento viento le levantaba sus cabellos sobre su pálida cara.

Una mujer que se vista con pantalones y blusa de moda y no una chola como tú, eso yo quería”— y María réplica con voz fuerte, sobreponiéndose al zumbido del fuerte viento:
—“Si quiere, de pantalones y blusa me visto, si Ud. quiere, yo eso hago”—, acomodándose sus desordenados cabellos negros.

—“Pero... ¿cómo haces, si estás gorda como un mono atorado?”. El vendaval aumentó su furia inaudita tapando casi lo aquí dicho y, mientras decía estas palabras, José comenzó a bajar lentamente del monumento, acercándose a su preocupada mujer.
María estaba petrificada, inmóvil, delante de José... una inmensa tristeza sostenía las muecas de su joven carita y la silueta de su marido, derramándose de tanto viento en la oscuridad, se agachó junto a sus pies... y ese inesperado silencio, esa sensación de vacío, que traen los vendavales invadió la noche.

—“!Yo me mato y me mato es ya!”— Gritó María. Junto al fuerte zumbido del caluroso viento.

José fue despertado por el grito de María que, envuelta en naguas al viento, había subido al monumento a Juan Demóstenes, repitiendo la inexplicable acción de su marido... y desde allí continuaba gritando:
—“¿Querías mujer de pueblo?, pues consíguela, porque yo me mato ahorita mismo”.—
—“¿Querías mujer con pantalones y blusa sexy?.., pues, lo dejo libre para que se la encuentre... porque yo me mato”.— Y el cholo José, asustado por las palabras decididas de María, trata de calmar la violenta reacción de su mujer:
—“Espera, espera... mira, que lo que yo decía eran cosas de borrachos y nada más”... y María, desconsolada, hace un gesto, como quien quiere lanzarse al vacío, y José le grita:
-“Espera, espera, si yo te quiero como tú eres, chola como yo... te lo juro, por Dios bendito”.— Y María, con las manos alzada, como quien quiere botarse al viento, dice:
—“No me quieres porque soy gorda... pero yo no estoy gorda... y antes de morir quiero que sepas que mi barriga es por causa de tu hijo que llevo dentro”.— Y diciendo eso se acerca al borde del bloque de granito del monumento... y, alzando un pie, hace un decisivo gesto de saltar... y José grita violentamente:
—“Espera, espera, espera, yo no sabía nada, ¿un hijo, un hijo mío?, yo no sabía”... y, con un rápido abrazo protector, apaña a la pobre María, que dulcemente se hace caer entre los fuertes brazos de su joven marido, quien la aprieta contra su pecho... y con suaves sollozos, sin dejar de abrazarla, le pregunta al oído:
—“¿Cuándo nacerá?, ¿cómo se llamará?, ¿cómo será?”—, y la cholita María, agarrada al cuerpo de José, contesta suavemente:
—“Nacerá en este mes, es un varón y tú le darás el nombre que quieras...”.— José, con su abrazo, trata de hacer un muro protector para su esposa y el fuerte y cálido viento, como por encanto, cesa... el brutal vendaval, así como llegó, desapareció. Y poco a poco volvió la calma.
Las dos solitarias figuras, sentadas y abrazadas al lado del monumento, acompañaban la llegada de la madrugada... y del cuchichear entre ellos solo se comprendía la voz de José, que decía;
—“Y de grande será pelotero y jugará para LOS INDIOS de Veraguas”... y María le contestaba:
—“para mí basta con que le gane a los chiricanos”... y José decía:
—“A Chiriquí le daremos una palera, como a los herreranos... los santeños ni una base tocarán y eso será jonrón detrás de jonrón”... y María respondía:
-- “será mejor que Mariano Rivera y por 20 años Veraguas ganará el campeonato... ¿pero qué nombre le vas a poner?”... y tras esta pregunta llegó otra vez el silencio... luego de un buen rato, José, abrazado a María, seguía en silencio... hasta que los primeros rayos de luz de la mañana atravesaron la iglesia e iluminaron el parque... allí, en el monumento a Juan Demóstenes Arosemena, como en un pobre pesebre, apretando fuerte a su esposa contra el pecho, le respondió:
—“Lo llamaremos Jesús, en honor a nuestro Señor y a los buenos peloteros que han dado dura batalla bajo el uniforme de los Indios de Veraguas”.
*Cuento escrito originalmente en 1980, modificado para su publicación en La Estrella.

sábado, 18 de diciembre de 2010

ARISTIDES UREÑA RAMOS “Buques que caminan entre las montañas”

-Las casas para aquellos que nunca se vendieron-
Publicado el sábado 18 de diciembre 2010.

Florencia, 1980.— Recuerdo que era el edificio Pepsi Cola, en el barrio de Calidonia, en la esquina donde se encontraba la terminal de buses que salían para la ciudad de Colón, mi padre me ordenó acomodarme atrás, en donde se llevaba la carga, al descubierto de la camioneta, porque adelante, sentados junto a él, irían mi tío Erasmo y mi tía Lalita, ocupando lo dos puestos disponibles al lado del conductor... operación que fue hecha con gran rapidez, debido al gran alboroto que en tal cruce había.
La camioneta cogió por el costado del edificio de la Asamblea Nacional, rumbo a la avenida Ancón, entrando directo a la Zona Canalera bajo jurisdicción norteamericana... corría el año 1967 en la ciudad de Panamá.
Yo, con mi curiosidad, sentado atrás, trataba de captar la novedad de las escenas que para un niño panameño, proveniente del interior de la República, procuraba tal acontecimiento: visitar las esclusas de Miraflores en la Zona Canalera.
Era el cumplimiento de una promesa hecha por mi padre, la cual en esta ocasión se realizaba bajo un espléndido día de vacaciones a mitad del año escolar.
Vi por primera vez un tren, anaranjado y amarillo, con grandes palabras gringas... y por doquier cartelones con jeroglíficos desconocidos e incomprensibles para mí... y vi las gigantescas maquinarias sobre los carriles... y seguíamos el viaje por recorridos obligados rumbo a las esclusas del Canal de Panamá.
Con enorme sorpresa, mi atención fue capturada con la aparición de un barco gigante, que se movía a través de la colina, entre las montañas, lentamente este blanco buque, con grandes contenedores de color ladrillo y zinc metálico, atravesaba sin problemas las montañas... y eso fue lo que memoricé, con gran sorpresa... llegamos a las esclusas y allí mi padre nos dio una lección de ingeniería colosal, mezclada con discursos políticos de reivindicaciones de dignidad nacional y soberanía, que me hacían soñar nuevos horizontes patrióticos.
Al llegar a Santiago y regresar a mi escuela, la maestra nos pidió que escribiéramos sobre: “¿Cómo fueron sus vacaciones de mitad de año?”... y fue así que me tiré un escrito sobre lo que más me golpeó en esa visita a la Zona Canalera, mezclada con los proclamas de dignidad nacional de mi padre... entregando rápidamente y muy satisfecho mi escrito (tarea) a mi maestra.
Fui llamado adelante de la clase —y frente a todos— mi maestra leyó mi escrito... mientras me ridiculizaba, porque en el escrito había cometido el error de describir la escena del barco que pasaba entre las montañas, sosteniendo que ese barco estaba bajo los rieles del tren y que los gringos usaban esa técnica para atravesar las naves de océano a océano... y que en ninguna parte del mundo había barcos que caminaban a través de las montañas, solo en Panamá se podía apreciar la belleza de que los buques caminaran entre las montañas.
Y la cosa no quedó circunscrita a ese episodio, la maestra siguió ridiculizándome sobre lo que había escrito respecto a la dignidad nacional, sosteniendo delante de toda la clase que el progreso que había tenido Panamá era gracias a la presencia norteamericana, que defendía nuestra patria del peligro comunista. Que los panameños teníamos que agradecer a los Estados Unidos de América por su colaboración, por haber escogido a nuestra Nación para enclavar un territorio —“la Zona Canalera”— para la paz de toda América Latina... Que sin los norteamericanos, Panamá no tendría un porvenir de prosperidad y riqueza social, que sin ellos nos moríamos de hambre... por eso teníamos que agradecer a los norteamericanos su presencia en Panamá y que sostener lo contrario era ser un mal patriota y enemigo del pueblo panameño.
Y humillado delante de toda la clase, que en silencio escuchaba, no pude hacer nada, solo llorar mi rabia en silencio y regresar a mi puesto en absoluta desolación.
Al día siguiente al desayunar conté todo a mis padres... mi papá en silencio agarró mi escrito y me acompañó a mi clase... habló con mi maestra, mucho rato... y después me hizo señas para que me parara junto a él y se echó un discurso de los suyos sobre soberanía nacional... yo no sé si mis compañeros comprendieron todo, porque el argumento era muy difícil, pero para mí el solo hecho de que mi padre hablara era una ayuda moral, no estaba solo... y eso era muy importante para mí.
Esa noche, papá se acercó a mi lecho... en el cuarto que compartía con mi hermano Avelino, y, tomando mis pies entre sus manos, me habló de los futuros escenarios... que la ocupación militar norteamericana era un error, que violaba los derechos soberanos de todos los pueblos y de las naciones, que esa injusticia no tenía justificación, pues, la terminología de “a Perpetuidad” era esclavizante para Panamá e insostenible para una nación —la norteamericana— paladina de los derechos de los pueblos... que el enclave colonial era una espina dolorosa, no solo para los panameños, sino para todos los hombres libres del mundo... y que de eso parte del pueblo norteamericano era consciente... y que llegaría el momento en que entraríamos a la Zona Canalera, patrones de nuestro destino... y que allí, cuando esa gran injusticia terminara, tendrían reconocimiento los tantos mártires y patriotas que por esa causa lucharon sin nunca vender su dignidad de hombres libres... que allí donde vivían los militares gringos, esas estructuras, se convertirían en viviendas para las familias de los próceres, desde Ascanio y Navas a todos los caídos, aquellos que no se vendieron, aquellos humillados, que lloraron silenciosos llantos, aquellas solitarias lágrimas de censura y gritos al viento encontrarían su casa... las casas de las zonas revertidas donde la Justa Patria hará justicia.
Mi padre, después de un largo silencio, nos dijo: “¡NO TEMAN!.. no teman cuando imaginen que seremos un solo territorio libre y soberano, no teman en soñar una fuerte democracia basada en la trasparencia de su justicia social y, sobre todo, no teman a imaginar buques que caminen entre las bellas montañas panameñas, porque esos sueños y esas dignidades nunca las venderemos”.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

ARISTIDES UREÑA RAMOS Un regalo de tío Alexis

Publicado el sábado 11 de diciembre de 2010.
Tío Alexis manejaba ambulancia como piojo pegado a molleja de gallo. Él había abandonado el duro trabajo de corte y tala de árboles, allá en las tupidas selvas del Darién y de las cordilleras de Veraguas, para aprender un trabajo que fuera digno de un cristiano. Por eso había bajado de la montaña, para trabajar en el Hospital de Santiago en la misión de transportar gente herida, gente viva, como también muertos por todos los puntos cardinales del distrito de Santiago.
Cada vez que me encontraba con tío Alexis, en las noches oscuras de lluviosos inviernos, cuando andaba distraido por mis travesuras de adolescente estudiantil, me gritaba con voz autoritaria y paternal:
—“¡Ey!, ¿qué estás haciendo por aquí... a estas horas de la noche?”—, y yo le respondía que nada, que estaba caminando, regresando para la casa, él se acercaba y con la cara ‘amarrada’ me decía: —“Anda para tu casa de una vez, si no quieres que te agarre a rebencazos”—.


En la casa grande de la central, allá por calle tercera, donde vivían mis abuelos, no pasaba fiesta ni ocasión para reunir a toda la familia y celebrar con música y comida, con sodas y galletas, con guitarras y marimbas, piano eléctrico y violines la alegría de dichas fiestas... En la casa grande de mis abuelos, en ocasión de fiestas, nunca hubo tocadiscos, traganíquel ni radios a todo volumen, porque lo que nunca ha faltado en mi familia son los músicos, instrumentos musicales y cantantes que alegren nuestros encuentros... Así que esas ocasiones se transformaban en verdaderas veladas, donde se bautizaban los nuevos talentos que surgían en el seno de la familia, momento propicio para el debut de los más pequeños, que se destacaban en el canto y en el toque de instrumentos musicales.
“Mírala cómo baila, pegadita de los hombres”, esta fue la única canción que oí cantar a mi tío Alexis y la cantaba desentonada y fuera de ritmo, nunca lo escuché cantar ni lo vi tocar algún instrumento, él nunca aprendió o no le enseñaron... en cambio mis otros tíos hasta violines y mandolinas aprendieron a tocar.

—“Si ninguno lo saca, lo saco yo de ahijado”—. Así tronó la voz de tío Alexis, que con el dedo índice señalaba el piso, como queriendo poner límite a los cuchicheos familiares.
—“Lo saco yo... y eso es ya, de una vez”—... y fue así que a los 13 años yo pude contar con un padrino verdadero, aunque era de CONFIRMACIÓN, porque a mis padrinos de bautismo nunca los conocí, pese a los esfuerzos de mi madre, que me decía y repetía que eran un italiano, del que nunca más se supo de su paradero; y una tía montijana, que se fue para México y no regresó.

Y llegué a los 18 años... y tío Alexis, que se encontraba en ese entonces de vacaciones en la capital de la República, me mandó a buscar, diciendo que quería celebrar mis 18 años con un gran regalo y que era muy importante..:
—“Báñate bien, ponte la mejor ropa, la más bonita que tengas y los zapatos que usaste para la graduación de bachiller en el Urracá”—... y yo obedecí de una vez, visto que en juego estaba mi misterioso regalo de cumpleaños.

Tío Alexis me llevó en carro con aire acondicionado y me dio cervecita bien fría, paseándome por toda la ciudad capital, pero el maldito frío que me producían el aire acondicionado y las heladas cervezas no me dejaba ni hablar... hasta que llegamos al lugar donde mi tío me iba a dar el regalo:
—“¿Sabes dónde estamos?”—. Yo vi que era un restaurante con brillantes luces de neón, azules y rojas, pero no le respondí, entonces me pregunta rápidamente:
—“¿Conoces este lugar?”—, y para no quedarme atrás le respondí con entusiasmo que sí sabía, que estábamos por entrar a un restaurante a comer. Y él comienza a reírse y me grita:
—“¡¿Un restaurante?.. restaurante donde se come mucha micha de pelo!”—, mientras seguía riéndose... acabábamos de llegar a la famosa La Gruta Azul, mi regalo de 18 años.

—“Venga acá, déjese de agüevazones, no sea pendejo y demuéstrele a esta señorita, lo que sabe hacer un verdadero santiagueño”—. ¡Ábrete, Tierra!, delante de mí había una mujerona de cierta edad, que hablaba con acento extranjero, caderona, trigueña, una que del bello menester era experta, una profesional en tal materia.

Tío Alexis se había dado cita con sus compañeros de parranda y la gallada, con tanta bulla que hacía, demostraba el inmenso entusiasmo por la gran hazaña que yo tenía que cumplir.
—“Anda, entra con ella al cuarto, que está todo pagado”—, empujándome junto a la mujer dentro del oscuro cuarto.Y me encontré dentro de la habitación sin saber por qué, delante de la señora extranjera, que sonreía con malicia, quien, tomándome de la mano, me acerca a un lavamanos viejo, sin espejo, donde había un jabón verde claro y me invitó a sacar mi pene... y eso hice.

—“¿Es la primera vez?”—, me preguntó la señora, mientras me lavaba rápidamente el pene, con la espuma de jabón... y yo no sabía qué contestar, pues, el frío del aire acondicionado, de las cervezas heladas, de las manos de la señora y la embarazosa situación me quitaban toda la fuerza necesaria para una erección, y sé que ella eso percibía... y no pude contestar su pregunta, solo me limité a darle una tímida sonrisa.
—“No se preocupe paisa, que ahora me encargo yo”—, me dijo.
La puerta del cuarto era más chica que el marco de la misma, por eso quedaba una especie de ventanilla abierta en la parte superior, por donde veía la cabeza de mi tío Alexis, quien se acercaba para escuchar lo que estaba sucediendo dentro del cuarto y en una de esas me gritó:
—“¡Ahija’o!, hazle sentir lo arrechos que somos los Ramos, para que ella recuerde este momento toda su vida”—. Y la señora se dirigió al lado de la cama y comenzó a desnudarse... y, poco a poco, comencé a ver el físico no muy joven, cosa que no me ayudaba mucho en mi fantasía erótica... Entonces, cogí coraje, la invité a sentarse y le propuse un pacto... más bien, le rogué que me ayudara a salir de la bochornosa situación, que fingiera hacer el amor conmigo, cada vez que mi tío Alexis y la gallada se acercaban a la puerta, y ella aceptó... pero la recompensé con el poco dinero que tenía, tres balboas con cincuenta centavos... todo mi capital.
Se oía a mi tío Alexis que se acercaba a la puerta y gritaba:
—“¡Ey, potrillo santiagueño, dale, dale más duro, que la estás matando de gusto”—, y la señora y yo gemíamos con falsos gritos de placer cada vez que los veíamos acercarse... hasta que la experta mujer me avisó que podría bastar ya, que podíamos terminar la farsa y salir del cuarto.
Al día siguiente me encontré en las afueras de la capital, por la avenida Ancón, pidiendo bote para Santiago, pues, el dinero del pasaje se lo había dado a la señora de La Gruta Azul. Llegué después de 10 horas de camino, en un camión, arriba de una carga de sacos de cemento, cansado y estropeado, pero contento de haber cumplido con mi padrino Alexis, con toda su gallada y, sobre todo, por haber dejado en alto el HONOR DE MACHO de todos los santiagueños y de los hombres de mi familia.

*Artista veragüense residente en Florencia, Italia.aristides_urena@hotmail.com

ARISTIDES UREÑA RAMOS ‘Identidad’ (¿?): un pueblo creado bajo los apodos o sobrenombres

Publicado el 4 de diciembre de 2010.

A Pedro Luis Prado S.


Somos muchos los que, con serios empeños cuestionamos sobre altos conceptos de homologaciones, de las raices y de la identidad, un debate abierto en el tiempo... junto al amigo de pluma Manuelito Oreste Nieto que en fugases discusiones abrimos ventanas en el tiempo. Te dedico este ELENCO empaquetado en cartucho, con sabor de concolòn, un revencazò para despertar la curiosidad , para que vivas un pueblo creativo que construye su identidad.
Santiago, 23 de noviembre 2010
.— Apenas usted llega a la Terminal de buses de Santiago, ve el continuo ir y venir de personas ocupadas en el trasporte de personas y cosas... este hormiguero de humanidades en movimiento parece un caótico CIRCO de un pueblo que se ha quedado chiquito para tanta gente. Mi mirada, en su curioso observar, es guiada por los indiscutibles olores, que penetran en la profundidad de mis entrañas, despertando aquellos recuerdos enterrados, únicos e irrepetibles de esta ciudad.

—“¡Ey, Perico, Pata de palo, bájate esas vainas!—, grita un agitado trabajador uniformado de la compañía de trasporte, los gritos acompañan la acción de descarga de las maletas, que continúan así: —”Boca de Zuiche vente pa’cá”—. Y me doy cuenta de que sí es verdad... estoy en mi Santiago querido, pueblo creado bajo los apodos o sobrenombres.
Al alejarme de la Terminal de buses, comienzo a recordar un interminable ELENCO de apodos, con el cual cuenta mi ciudad, y en mi mente comienzo a enumerar en a mi familia: El Líder, La Gallina Culeca, para mis padres; Cuándo canta el birulí, Wuarifundango, Nazará cara cafá, Fra pincel (yo), Arroz dormido, Tutito, Come caliente, Sor Tita, Cholo matapollo, Monina, Bolonchón, La chata, Pildorita, Coconut’s para mis 13 hermanos y yo...
Los que evocan historia de pueblo: Abusión, Policarpios, Perico, Malanga, Califa, Muñiri, Chinclé, Matón de yegua, Cacique mée, Garrotillo, Ñeñe plaó, Matraca, Caliche...Y para no quedarse atrás de los famosos políticos capitalinos como: El Toro, Bimbín, La Chola, El Perro, El Loco y Patacón; los políticos del patio usaron sus nombres en campaña electoral como: El Chavo, Chalo, Porky, Cachete, Bolita. A ellos les sigue el elenco de intelectuales veragüense como: Chico perico (C. F. Changmarín), Cabeza de huevo (A. Herrerabarría), Tuntuneco, Cachito, Tres metros, Gato solo, Soldadito de plomo, Tom Jones, Ojito de leche, Güeso de Micha, Escopeta, Guarxel.
Un ELENCO de apodos con referencias sexuales como: Picha seca, Paja, Borrador, Sapo de Micha, Culo pecho, Pelo de Micha, Picha de corcho, Culo de pato, Tripa de culo, Pico de mula, Polvo loco Macló, Picha de oro... con referencias a la Zoología: Mataperro, Mapache, Pichón de policía, Gallote, Grillo, Topo, Vaca loca, Pechuga de burro, Conejo, Caballo viejo, Perico, El puma, La gata, Mangote, José Gallo, Zorro viejo, Ciro puerca, El potrillo, Juan yegua, Coyote, Sapito chi, Culo de Abispa, Mario Víbora, Noneco, Iván puerca, Lagarto para’ó, Sapo trucha.


Personajes de la radiofonía local como: Ña Duba, Ño Gerto, Mano Baristo... de las respetables familias “aristocrática” santiagueña: Niña Manango, Niña Gata, Niña Bicha, Niña Susanita.Todos apodos cariñosos para identificarse entre los paisanos como para la Normal, Sor Yeye; para los más pudientes, como: Hitler, Ganancia, Cocoña... y la fantasía del ELENCO no tiene límite siguiendo con: Los burros de la calle, Los mangueras, Los pichas seca, Los puercas, Los corflake, Los ñopos, Los guarina, Los pingüe, Los zorros...

Continuando con una serie interminable de fantasiosos apodos, como: Bonito pa’ verga, Puyé ye papa, Mentirita fresca, Arma’ó en chácara, Foto de Jediondo, Tamal mal amarra’ó, Cholo Güebón, Pisa candela, Ñato, Balomba, Chicharón, Checherito, Flatia’ó, Cholo Winetú, Culembo, Facio, Conclá, Moflé, El siete, El Sherif 4 plumas, Calimán, Ojo, Chiquitín, Bodega, Manito pingüé, Momia, Pan de pasa, Pan de dulce, Payaso chispa, Pecho de lata, Mondonguera, Nene Chiquito, Nene Grande y Nene a mitad, Pirichanga, Un cuarto para las doces, Punto y coma, Galope, Chingo, Patacón, Cabezón, Mocho, Pato de Palo, Pellejo; a personajes populares como Kankan, TiKi, Salsa, La turca, Mazinyer, Chucha de hierro, La macana, La guaricha, Flecha, Río feliz, Media micha, Pedrito... y el elenco sigue con Chinclé, Vaquerito, Geñito raspadura, Bolongo, José Joe Baby, Guacho de loro, Micho quema’ó, Veneno, Satanás, Cholo, Guanrule, Mollín, Pulgar, Papaye, Centavo, Chola Mía, Bili Black, Rami, Cabeza de Piano, Chichi, Zanja Madre, Aguas negras, Ñopa mano Ñeque, Fran mée, Cuchillo largo, Coche viejo, Toño peseta, Califa, Babimbo, Matón de yegua 1, Matón de yegua 2, Juan boliche, Ñeca, Chemero, Perro envenena’ó, Tomorrow, Juan teléfono, Picuiro, Even Majay, Pinkay, Flaco mello, Flaco yegua, Cabeza de Clavo, Panchita, Tito mojón, Sin pescuezo, Payiyo, Pescuezo de lata, Pescuezo de litro, Chalín, Eva leva... y el ELENCO continua enriqueciéndose de una cultura popular que evoca a través del APODO o SOBRENOMBRE el vivir de un pueblo —mi pueblo—, donde las voces vivas, pese a las adversidades, proyectan a través de un simple ELENCO su propia identidad.

*Artista veragüense residente en Florencia, Italia.
aristides_urena@hotmail.com

ARISTIDES UREÑA RAMOS Antiimperialismo de pacotilla

Publicado el sábado 27 de noviembre de 2010.



“Los tiempos de las luchas con las pistolas de papelillo... para el rescate de la dignidad nacional”.
Santiago, 24 de noviembre del 2010.—
Corría el año 1969, nos encontrábamos de regreso de la ciudad capital rumbo a Santiago y atravesábamos la Zona Canalera, que estaba bajo la jurisdicción norteamericana. La camioneta Datsun, malandada, en precarias condiciones mecánicas, transportaba a mi tío Erasmo, mi hermano menor y yo... como también a mi padre, que estaba luchando con una caótica guía del vehículo japonés. Yo veía, a través de la ventana posterior, que nuestra camioneta botaba una nube de humo negro y blanco por su mofle, dejando una cola de humo que dibujaba el paso por toda la carretera Interamericana.
Noté que la precaria condición del vehículo preocupaba a todos los ocupantes, porque la camioneta no solo botaba humo, sino que perdía aceite del motor. Los ojos aterrorizados de mi hermano menor, que se agrapaba a la manilla de la ventana y los nerviosos gritos de mi tío Erasmo, que repetía continuamente la letanía:
“Esperemos que no lleguen los gringos... Porque si llegan, nos ponen presos a todos”—, procuraban una infinita tensión y ansiedad por el terror en nosotros, los más pequeños.
Y, como todo el mundo sabe... el Diablo está a la esquina de cada dificultad, nos encontramos con dos motorizados gringos de la Zona Canalera, que nos invitaron a pararnos en la cuneta, a la orilla de la carretera.
Mi hermano se pegó al vidrio trasero, como también yo... Y desde allí vi la maravillosa motocicleta reluciente de platinados metales, con grandes manubrios dorados. Y que, a pesar del sofocante calor tropical, los militares vestían blancos guantes de piel y jackers con insignias de grandes logotipos con águilas, fusiles y modernos jeroglíficos de incompresibles letras gringas.
Para mí esas dos figuras se amplificaban en mi mente, proyectando todas las atmósferas hollywoodenses, donde los héroes yanquis, defensores de la legalidad, ganaban guerras y difíciles batallas.
Es así que vi que el primero de ellos, que se acercó a nuestra camioneta, se parecía a HOSS de la serie televisiva Bonanza, por su estatura enorme y su figura imponente de cowboy, ambos militares poseían gafas con lentes oscuras, los soñados Ray-Ban, y hablaban con voz autoritaria, en un español tropezado, con fuerte acento extranjero.
Entonces, inician una extenuante discusión a manera de trato con mi padre, porque era evidente que la camioneta tenía que ser secuestrada y multada. Pero mi padre hacía una negociación donde los resentimientos políticos y de rebeldía nacionalista se confundían de manera caótica con lo que acontecía en el momento... la orilla de la carretera se había transformado en tarima política para las reivindicaciones del pueblo panameño... “El Líder”, mi padre, como le llamaban en nuestra ciudad, se la estaba “jugando toda”, pues, su petición era que nos dejaran pasar, sin ser multados, vistos los pocos metros que nos separaban de la llegada a Arraiján, para superar los confines de la Zona Canalera bajo jurisdicción norteamericana... petición que hasta ese momento los dos militares gringos no aceptaban, dado el coctel de motivaciones político—nacionalistas que mi padre quería hacer beber a los yanquis.
Entonces, los gringos ordenaron que todos los ocupantes desalojáramos el vehículo, que bajáramos y que nos pusiéramos con las manos apoyadas sobre la camioneta Datsun... y así fue que nos encontramos junto a mi padre y mi tío, requisados de pies a cabeza, pese a nuestra corta edad. Allí uno de ellos, muy parecido a John Wayne, aborda a mi tío, por la bochornosa situación de dejarnos pasar sin multarnos, a condición de que ellos nos acompañarían hasta superar el límite... y dicho y hecho, así fue que se resolvió la momentánea situación.
Pero mi padre, testarudo como nadie, continuaba, dentro del vehículo, con sus discursos nacionalistas de rescate de soberanía y dignidad nacional hasta la llegada a tierra de jurisdicción panameña... y allí nos ordenó bajar y nos mandó —pese a nuestro gran miedo— a gritarle a los motorizados gringos: —“!YANKEE GO HOME!”—, acompañado del gesto con el dedo de “fuck you”... y así hicimos y rápidamente regresamos corriendo a montarnos a nuestra camioneta, en zona de seguridad, allí donde podíamos defendernos, mientras mi tío gritaba: “!Corre, corre... ARRANCA, ARRANCA, ARRANCA!..” Y mi padre no lograba arrancar el carro, porque el vehículo no daba ninguna señal de vida.
Los gringos llegaron, en territorio panameño, nos quitaron la Datsun, la licencia de conducir a mi padre y nos pusieron una multa de 100 dólares americanos... pero lo peor fue que tuvimos que caminar hasta el poblado de Arraiján... fue allí donde juré que nunca más enfrentaría a los GRINGOS armado con pistolas de papelillo, chercheres viejos y discursos demagógicos de dignidad nacional...

ARISTIDES UREÑA RAMOS La floreciente arquitectura panameña



Publicado el 20 de noviembre de 2010.

Los sueños de glorias de victoriosas batallas llenaban de felicidad al oscuro dictador de la República de las Bananas, el entregaba a sus fieles chimpancés una palma de coco, con la orden de transformar y modificar el secular cocotal… y fue así que al sueño de la razón, construían monstruos en el cocotal.
Santiago, Veraguas, 17 de noviembre de 2010.— En un silencioso anonimato, sentado en una mesa del restaurante Boulevard Balboa, degustando un suculento desayuno; observo el ir y venir de encorbatados burócratas desayunando en apresuradas conversaciones matutinas. Ellos tal vez... representan la elite de empleados de la efervescente burocracia capitalina.
Afuera, se extiende el malecón con su novedosa remodelación. Extrañamente percibo en mi mente la presencia de aquella visión de la vieja avenida Balboa. Como si al poner el pie fuera de aquí, me encontraría con ese reciente pasado.

Me doy cuenta de que mi educación sobre la estética es de tipo conservadora, tal vez debido al estímulo al cual soy sometido continuamente en Italia. Donde las rígidas reglas que las construcciones tienen que conservar ponen un cierto obstáculo con la compatibilidad del ambiente y colocan al centro de las proyecciones arquitectónicas, aquellos valores que una buena arquitectura deben enfrentar y desarrollar.
Estas “reglamentaciones” nacen bajo la necesidad de defender algunos patrimonios pertenecientes a la Humanidad, como son el patrimonio histórico, ambiental y paisajista; evitando las especulaciones y la destrucción de estos valores... Además, a través, de una buena “reglamentación”, se planifica una armoniosa repartición urbanística, que sea compatible con el ambiente y que permita controlar el caos que el crecimiento demográfico imponen a las ciudades modernas.

Es claro que el modelo al cual me refiero es funcional a una cierta educación intelectual y a las necesidades de cada país.
Muchas son las formas con las cuales una ciudad se desarrolla, como también son los modos con los cuales viene concebida, porque estas formas y modos son el fruto de la habilidad de sus constructores; de la fantasía creativa de sus arquitectos, como también de la decisión visionaria de sus gobernantes. Y es bajo estas reflexiones que me siento perturbado cuando intento comprender la bella ciudad capital de Panamá. Ella produce dentro de mí sentimientos contradictorios.
Al alzar la mirada y observar las impactantes edificaciones que se están levantando, luce un vigor como si quisieran demostrar que en esta ciudad se anida un gran poder económico, todo proyectado a diseñar nuevos y futuros escenarios; al mismo tiempo al golpe de una mirada, el caos estilístico reina por doquier, confundiendo la atención y despertando en uno la voluntad de renunciar a encontrar un orden a dicho caos urbanístico.
Lo mío es solo preocupación en entender, dar orden a mis reflexiones, aunque si, en verdad, mi miedo es el encontrarme con lo que yo vengo llamando desde hace muchos años, el efecto Michael Jackson: un genio de la música, un ícono indiscutible, digno representante de la contradicción de la cultura contemporánea. Porque la genialidad sin reglas, crea monstruos que abandonan y transfiguran su propio origen.

*Artista veragüense residente en Florencia, Italia, hoy de visita en su tierra natal.aristides_urena@hotmail.com

domingo, 14 de noviembre de 2010

ARISTIDES UREÑA RAMOS Tío Burro y la Tarima Electoral —La otra versión—

Publicado el sábado 13 de noviembre de 2010.

Nunca me he sentido un escritor ni he tenido esa pretensión, escribo porque dentro de mí se me alborotan las ideas y se me revuelve el estómago por las ganas de narrar aquellas cosas que se presentan, poco a poco, ordenadamente dentro de mí... pero lo curioso es que de cada narración que he publicado, en el proceso de visualización de las tramas, se me presentan las posibilidades de desarrollar las situaciones de manera múltiple... dándome la posibilidad de escoger entre ellas las que creo útiles a la idea inicial... Por estos motivos, los invito a compartir una de estas “curiosidades”, sucedida cuando escribía el cuento “Tío Burro y la Tarima Electoral”, adaptada en la PLACITA de la Ciudad de Santiago.

Florencia, Italia, 10 de Noviembre de 2010.— Y la placita se inunda con las carcajadas de los dos adversarios, que, con lágrimas de complacido entendimiento, no terminaban de reír... Pero el Tío Burro estaba picado y dice:

“Pero nosotros nunca hemos fomentado el terror y el miedo para conseguir votos, Ustedes sí hacen eso”.

La Tarima, siendo una que de experiencia ha acumulado mucha en el tiempo... se pone a meditar y así pasan los minutos, de repente replica:

“Nosotros no recibimos lecciones de ninguno y menos de Ustedes... si la gente decente y honesta se siente en ansias por la inseguridad social, por la cantidad de maleantes que roban, que andan matando la gente por la calle, mientras los ciudadanos desean una sociedad más tranquila y respetuosa de sus cosas... pues, nosotros damos una firme respuesta a ese problema”.

El Tío Burro lo mira con una mueca de desprecio y contesta:

“Bueno, pero es la política, tienen que dar respuesta a esas situaciones, resolver el problema de los más humildes, creando una sociedad más justas, dotarse de políticas sociales que den respuesta a las clases humildes, para evitar y contener el agravarse de estas inseguridades”.

La Tarima no deja terminar a Tío Burro y, sobreponiéndose, responde:

“Mira quién habla... si ustedes son los primeros en crear rondas, regalándole uniformes de vigilantes a los ciudadanos de las barriadas, armando a la gente en comités de defensa civil... qué especie de descarado y mentiroso es Usted”...

Tío Burro rápidamente responde:

“Ustedes son los que crean brigadas civilistas, para llamar la atención sobre fútiles problemas, alejando al pueblo de los verdaderos problemas sociales”...

Y la Tarima rebate rápidamente:

“Somos nosotros los que hemos llevado una justa causa y luchado para crear dignidad en este país... además, además...”.

La Tarima no termina la frase y observa que el Tío Burro sonríe sarcásticamente, con cara de pícaro político moderno... la vieja tarima comprendió el sutil juego en el cual había caído y el Tío Burro abre los brazos al aire y en voz alta dice:

“Lo ve, Usted está vieja, superada, la nueva política necesita confundir las aguas, hacer ver que tú eres la solución y no el problema... y me parece extraño que Usted no lo comprenda”.

“Ustedes, que en campaña electoral prometían puente donde no había ríos, pan donde no había harina... y eso le gusta al pueblo, además creando vigilantes, la gente se siente protagonista de la ley”.

La Tarima, con voz de niño ñañeco, responde:

“Oiga, Usted sí que es descarado, ¿dónde estudió tantas vainas interesantes? ¿En la Harvard University de Cambridge? Poner al pueblo contra el pueblo, eso sí que me gusta, así no joden la paciencia y se matan entre ellos”.

... Y la plaza fue invadida por sonoras carcajadas de la Tarima y el Tío Burro, que se revolcaba en el suelo y entre risas y volteretas gritaba:

“Al pueblo se lo metemos por detrás dos veces, ja, ja, ja, ja, ja”.

Y la Tarima, que temblaba por todos lados, con algunas tablas que caían por el suelo de la risa, respondía:

“Ja, ja, ja, uniformados de VIGILANTES matando maleantes ja, ja, ja, ja, ja. Usted es burro, pero sabe más que el diablo, ja, ja, ja, ja”...

Y el Tío Burro, con las lágrimas que brotaban de tanta risa gritaba:

“Políticas sociales para la gente humilde y necesitada, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, déjenlos que se maten entre ellos, ja, ja, ja, ja”.

Y así llegó la lloviznosa mañanita y con ella los carpinteros a desmontar la tarima, cosa que hicieron velozmente, cargando los tubos, tablas y afiches, como también cargaron al burro.

El camión se aleja atravesando la avenida Central y desde lejos se oye el gritar de la Tarima, que, con su voz de niño ñañeco, le gritaba a Tío Burro:

“Son años y años que veo siempre la misma vaina, encaramarse políticos mentirosos y oportunistas a prometer milagros y cuando llegan al poder se olvidan de mí”.

Y el Tío Burro le responde:

“Yo no soy caballo de paso fino y no sirvo para la fatiga, al matadero me mandarán estos desgraciados”.

Dicen que el camioncito desvió su ruta, pues los carpinteros, provenientes del caserío de Cantos del Llano de Santiago, se robaron la tarima y el burro... y, a escondidas del fiscal y las máximas autoridades gubernamentales, celebran, allá... en los llanos frente a la capilla, las Fiestas Patronales de Santiago Apóstol, teniendo al centro del llano a la vieja tarima, que se sacude de alegría, y al Tío Burro, que pasea, tirando paso fino, al abanderado de la fiesta patronal.

lunes, 8 de noviembre de 2010

ARISTIDES UREÑA RAMOS Tío Burro y la Tarima Electoral -I° Parte-

Publicado el sábado 6 de noviembre de 2010.



Se respiraba un aire sereno, bajo la llovizna, en esa madrugada de campaña electoral, la Placita de Santiago bañada de banderas y papeletas con las fotos de los candidatos que se disputaban el triunfo.

En el centro de la placita, al lado de la terraza central, estaba una vieja tarima cubierta de banderas mojadas, mientras un adormecido burro, adornado con guirnaldas tricolores, también empapadas, masticaba lentamente su indigerible comida.

La tarima que habían montado era de tubos y madera reciclados de otras tarimas, por eso, a un atento mirar, se veía muy vieja y mal presentada… a su vez, el empapado burro, pese a la llovizna, exponía toda su joven musculatura, pues había sido atentamente seleccionado para ser presentado a los votantes.
Florencia, Italia, 3 de Noviembre 2010- La Tarima comienza a toser, en el intento de llamar la atención de Tío Burro, el cual viendo la insistencia de la Tarima, con voz ronca y profunda, le dice:
“A ver, ¿qué pasa, qué te sucede?”, y la Tarima le responde:

“Oiga, es que estoy cansada de todo este trajín... cada uno me viste como quiere, de amarillo y morado, de blanco y verde, de azul y rojo... de todos los colores de este mundo me han vestido... estoy cansada de que me disfracen, de oír las mismas promesas electorales que estos señores hacen cada vez que llega una campaña”.

El Tío Burro escucha en silencio y sigue masticando, sin responder… pasan algunos minutos y la Tarima, que tenía una voz chillona de niño ñañecho, continua:

“Bueno, y de pueblo en pueblo me montan y me desmontan, y los hijos de los hijos de los mismos políticos, con las mismas promesas, con los mismos discursos electorales, se hacen votar de este ciego pueblo... qué vaina, ¿no?”.

El Tío Burro no responde y continua en su indiferencia total, la Tarima continua: “Pero, Usted no se la pasa mejor que yo... porque la figura de ridículo que Usted hace, montado por sus jóvenes candidatos, no es que sea bonita cosa de mirar”.

Y el Tío Burro la mira y, con voz de locutor de radio, le responde:

“Mire, es que Usted ya está superada, ya la gente no le da la confianza a la vieja política, mentirosa y atrasada… aunque sí le digo, y le confieso honestamente, que me siento ridículo cuando veo a mi patrón vestido de camisilla, con sombrero pinta'o. Gente que nunca ha vivido los problemas de la gente humilde y solo para estos momentos se disfrazan de gente común, de eso sí me avergüenzo”.

Y la Tarima le responde:

“¿Atrasada yo?.. No, compadre, nosotros seremos atrasados, pero al menos tenemos la dignidad de no jugar con los sentimientos de los humildes”.

El Tío Burro comienza a soltar una carcajada y ataca:

“Bueno, sí, Ustedes han controlado por años y años este país y se han enriquecido bajo la protección de los políticos cómplices de vuestras porquerías”. La Tarima, vista la agresión a cual estaba llamada, responde: “Pero, hemos hecho muchas cosas buenas en este país, con dinero propio y en vez Usted... ¿de dónde viene tanto dinero, de dónde sale tanto dinero?.. Se lo digo yo de dónde… de la droga, del tráfico de esa porquería... y eso es indigno”.

El Tío Burro se pone bravo y se lanza gritando: “Son Ustedes los que están ligados al tráfico y lavado de dinero, a través de vuestra banca, y eso es la pura verdad... Son Ustedes los que han creado la narcopolítica en este país”...

La Tarima, viendo que perdía puntos, se pone a reflexionar, y un silencio invade la plaza... y, después de una meditada pausa, dice con una pícara sonrisa:

“Bueno, compa, en eso parece que somos igualitos, como mamón boboré”... y la placita se inunda con las carcajadas de los dos adversarios, que, con lágrimas de complacido entendimiento, no terminaban de reír.

Y así llegó la mañanita y con ella los carpinteros que desmontaron la tarima, cargándola sobre un camión y, junto a los tubos y tablas, subieron al pobre burro, listo para irse para otra ciudad… a la distancia se veía el camión alejarse de la placita, mientras en la solitaria Avenida Central aun se lograba escuchar la discusión que continuaba... Tío Burro que le gritaba a la Tarima:

“¡¿En qué parte del mundo tú has visto que la industria más floreciente del país sea la Presidencia de la República?!”, y la Tarima, con su voz de niño ñañeco, le respondía:

“Eso sucede porque burros como tú alcahuetean ciertas situaciones”.

Y entre gritos y respuesta se alejan de la ciudad.

Los carpinteros se habían quedado con la boca abierta bajo la llovizna, mirando la escena del camioncito que abandonaba la ciudad de Santiago, sobre todo al ver y oír al Tío Burro con la Tarima que discutían... uno de ellos grita a sus compañeros de fatiga:

“Oigan, estoy soñando o me he vuelto loco, cada vez que llega la campaña electoral en este país suceden cosas raras, solo falta que nos traigan a Tío Muleto como candidato”.

lunes, 1 de noviembre de 2010

ARISTIDES UREÑA RAMOS El digno rojo de mi bandera



Publicado el sábado 30 de octubre.



El clima que se respiraba en el Departamento de Panamá era de tensiones escondidas y ansias sociales preocupantes... los cerrados aguaceros octubrinos azotaban las calurosas tardes sobre los techos de las antiguas casonas de las aristocráticas familias... todo esto alrededor de la plaza de la Catedral... se daba el cuchicheo a lo interno de estas casas sobre las estrategias separatistas, reuniones clandestinas y pactos por la eminente ruptura con Colombia... allá, en las oscuras salas de aristocráticas y patrióticas familias se tejía la trama de la nueva Patria... dejándonos memoria escrita, testificaciones de tal hazaña, porque la historia es de quien la escribe... y el “patriotismo heróico” pertenece a aquellos que en silencios dignos, lejos de la crónica, del legado histórico, contribuyeron con su sacrificio a la creación de las bases sólidas de una gran nación.
Florencia, Italia, 24 de octubre de 2010.- La camisa blanca del negro Porfirio se había transformado en una de rojo penetrante, por la gran cantidad de sangre que su cuerpo perdía... pero, seguía corriendo velozmente, pese a sus pocas energías, atraviesa la plaza central y salta el muro que separa la calle del antiguo patio de la señoril casona, que hacía esquina con la Catedral.

El negro Porfirio provenía del departamento colombiano del Chocó, llegado muy de niño a Panamá, al servicio de una familia plebeya ocupada en la burocracia gubernamental colombiana... desde joven cultivaba el ideal liberal sobre el respeto a la dignidad de las personas, de igualdad, más allá del color de su piel, por eso participaba activamente como mensajero clandestino en las filas del movimiento separatista... desplazamientos que eran realizados a altas horas de la noche.

“Mi patria es aquí, donde me encuentro en este momento”... era el pensamiento continuo que llevaba esculpido en la memoria el negro Porfirio, porque era la única herencia dejada por su abuelo... por esto él participaba activamente, pues, su batalla aquí en Panamá abría la oportunidad de la creación de una Patria libre, donde la convivencia entre negros, blancos, indígenas y demás razas fuera de igual dignidad, orgullo y patrimonio de una nueva nación.

El negro Porfirio fue herido de bala en un enfrentamiento con una ronda nocturna, porque no obedeció la orden de “alto”, vigente en la temerosa Panamá.

Por ello, la negra Zaida -su esposa- se empeñó durante toda la madrugada en detener el torrente de sangre que brotaba de las heridas del moribundo. Pero la situación se agravaba, porque el herido necesitaba atención médica urgente... pero no contaban con el dinero necesario para pagar un cirujano y su silencio cómplice, porque había que mantener discreción absoluta, pues el descubrimiento de tal episodio y del lugar en donde estaba escondido Porfirio podría poner en peligro a muchas familias.

A la mañana siguiente, domingo de fines de octubre de 1903, el sol brillaba, haciendo resplandecer las piedras ocres de la Catedral y el piso del quiosquito en el centro del parque, con los azules, amarillos y negros colores de los mosaicos, lucían las caprichosas decoraciones que imitaban las porcelanas españolas... la pequeña banda, compuesta de criollos negros, se aprestaba a iniciar la retreta y un joven director, el único blanco, procedente de la Madre Patria, lucía su bella casaca militar.

Fue él quien enseñó la música culta a los miembros de este particular quinteto y se exhibía como el director de la banda militar del batallón Ecuador de Panamá, ellos estaban convencido de que ejecutar una retreta en el parque central servía para calmar los ánimos y enmascarar las actividades revolucionarias con una falsa quietud capitalina... el joven director era Santos Jorge Amátrian.

La negra Zaida había aprendido a tocar violín gracias a Santos Jorges, siendo ella una importante figura del quinteto y al parecer lo hacía magistralmente, pero en ese momento su preocupación por la peligrosa situación perturbaba su mente... su esposo, Porfirio, estaba muriendo por las balas traicioneras y ella tenía que cumplir compromisos con su banda musical, sin dinero, sin ayuda o solución alguna... encontrándose allí, en el quiosco, para tocar la retreta, ese domingo de octubre, frente a la Catedral.

Zaida se había traído dentro de la custodia del violín la camisa ensangrentada de Porfirio, porque tenía que deshacerse de ella lejos de su casa... y así, bajo este clima de tensión, iniciaron a tocar los pasillos y valzers criollos, preparados para tal ocasión.

Fue Zaida a pedirle al director tocar un pasillo criollo, compuesto por ella y arreglado por el joven director, que mucho gustaba a su marido... “Pasillo brisas de la REINA chomba del mar” y así fue concedido... Zaida comenzó a tocar las notas tristes y melancólicas del elegante pasillo en su violín... y los presentes, hipnotizados de tan bella música, se abandonan, sorprendidos del mimar rítmico del violín y de la ondulante figura... y Zaida, extasiada, de imprevisto entra en un trance sensorial... y sueña a ojos abierto, delante de su público... se balancea y sube, sube, sube acompañada de cada nota musical... hasta llegar a la presencia de una NEGRA CHOMBONA de cabello cuscú, que le sonreía, con su gran boca llena de blancos dientes... era tan bella la sensación de tal materna presencia que, con los ojos húmedos, no lograba distinguir tan bella y luminosa encarnación... la gran MADRE CHOMBA se le acercó y le susurró al oído:

---.“Sé de tu problema, que tendrá solución... en la custodia de tu violín intercambié la sangrienta camisa de Porfirio y te dejé 10 yardas de lanilla roja, manda tu hijo a venderla y recogerás el dinero para cubrir tus necesidades...”.---

Era tan dulce el tono de la voz, que Zaida apretaba con dulzura el violín desde el pecho a su mentón... y dulcemente regresa a la realidad, terminando el pasillo, bajo agotadores suspiros... eso provocó un conmovedor aplauso del público presente, impresionado de tal bella ejecución musical... y así con la retirada del complacido público terminó el conciertito de la retreta de la Plaza de la Catedral.

Zaida llama a su hijo menor y mira dentro de la custodia del violín... y en efecto, allí se encontraba ordenadamente acomodada la lanilla roja... y así dio la orden a su hijo de ir a venderla a las prósperas tiendas de aquellos hebreos y rabiblancos de la capital... y así fue hecho, apenas en posesión del dinero, la negra Zaida corrió en busca de un médico cirujano, al cual tenía que pagar sus oficios y su silencio.

Pero, por justicia divina y voluntad de casualidades históricas... la lanilla roja fue comprada por el Almacén Villa de París, el cual la vendió a la noble señora María Ossa de Amador para la confección del cuartel rojo de la Bandera Nacional.

... mi bandera panameña lleva el rojo digno de la gente humilde, de aquellos que en silencio luchan por realizar un sueño. Mi bandera panameña lleva un rojo de dignidad de trabajadores, intelectuales, estudiantes, comerciantes, de gente común que construye día a día un porvenir de justicia y libertad.

domingo, 24 de octubre de 2010

ARISTIDES UREÑA RAMOS 'La esencia de la Idea dentro de las Artes'

Publicado el sábado 23 de octubre de 2010.





-El retorno del realismo reaccionario-
A Gustavo Giulietti




Debido al gran número de visitantes, la Muestra: “Caravaggio y los Caravaggistas”, ha sido prorrogada hasta el 9 de enero de 2011.

Las obras colocadas en la galería Palatina del Palacio Pitti de Florencia, a 400 años de la muerte de Miguel Angel Merise (dicho) EL CARAVAGGIO, continúan generándonos interrogantes sobre la representación visual de “lo real”.

Talvez la razón de tal atención de estudiosos y entendedores surge de evaluaciones sobre el momento histórico y político por el cual está pasando toda Europa... a continuación algunas reflexiones sobre ese delicado tema.


Florencia, Italia, 19 de octubre.— Me encuentro en la gran sala donde están colocadas en las paredes las maravillosas telas de ‘EL SACRIFICIO DE ISA’, ‘LA MEDUSA’ y ‘EL AMORCITO DURMIENTE’ de ‘Caravaggio’. La luz externa, que se filtra a través de las grandes ventanas, ayuda —en esta húmeda mañanita florentina— al impacto, con el desnudo realismo anticipador de la fotografía... las figuras parecen vivir el presente, de lejanos tiempos... aquí, en este momento, junto al público ellos fluctúan con sus dramáticas representaciones... porque la fácil compresión de cada obra está al alcance de todos... es así que viajo en mi mente a mis primeros pasos de estudiante en la Academia de Bellas Artes de San Marco de Florencia, en ese verano de junio del 1984.
... para entrar a la Academia era obligatorio superar el “Examen Preparatorio”, que consistía en copiar algunas figuras humanas, en carboncillo... nos conducían por la Tribuna del Museo de la Academia y allí teníamos que escoger la estatua que queríamos copiar —entre las que se encontraba “El David” de Miguel Ángel— la empresa resultaba muy dificultosa para mí... que provenía de una educación empírica, hecha en Santiago de Veraguas, con escasos conocimientos de la anatomía humana, aunque sí algunos notaban en mí (solo en Panamá) gran capacidad en el dibujo... pero, para uno, proveniente del interior, como lo ero yo, el reto resultaba titánico... y fue así que escogí dibujar “El David” de Miguel Ángel sin saber quién la había realizado... Yo observaba —a escondidas— los trabajos de mis compañeros de examen y sentía que todos eran superiores a mi trabajo... los más capaces eran los japoneses, que lograban virtuosismos increíbles al copiar las estatuas, la perfección en imitar “lo visto” era casi fotográfica... por ello llegué a pensar que yo jamás obtendría un puesto de alumno en la Academia de Bellas Artes de Florencia.

El examen de Admisión estaba dividido en dos partes... la segunda parte se realizaba dibujando el recuerdo de la estatua que anteriormente había sido escogida, en ausencia del modelo a copiar... Un profesor encargado del examen se acercó a mí —seguramente había notado mi escondida preocupación— y me dijo:

“No se tiene que preocupar, estamos calificando la esencia de su búsqueda”.



Frase que marcó profundamente mi educación para entender las Artes Visuales. El profesor era Gustavo Giulietti (q.e.p.d.).

La forma de representar las cosas, la manera de imitar la realidad, ha sido una de las problemáticas que más ha empeñado —curiosamente— a los artistas, presentándonos puntos de desacuerdo, despertando el profundo del intelecto de los mejores creadores... Esta controversia viene desde tiempos inmemoriales, pues, han contrapuesto la aptitud, la capacidad innata para considerarse un buen ejecutor de obras... y la necesaria “maestría intelectual” para no quedar atrapado en la jaula de dicho don. La Obra Maestra para ser realizada necesita de conjugar ambas evaluaciones.

Generalmente han acompañado a los periodos más oscuro y mediocres de la historia de la Humanidad, un regreso a la representación realística de las artes, esta representación comúnmente es la más retrograda y reaccionaria... porque no comprende ningún tipo de planteamiento cultural, las cosas son como son representadas, por el deleite de sus compradores y el extenuante decorativismo acomodador de las obras.

Además, cabe recordar que a la decadencia de las iluminadas aristocracias europeas, siempre la ha acompañado una decadencia social y cultural, representando el regreso de un REALISMO dulce y complacedor... Escribir sobre las estupendas pinturas “realistas” de ‘Caravaggio’ resultaría fácil y demagógico, pero me resulta obligatorio interrogarme, en estos momentos, sobre la invasora presencia de pintores y pinturas realistas, como si ellos nos anticiparan a la mediocridad de la existencia de una burguesía inculta e impreparada, del anidarse en la sociedad de seudo—intelectuales paladines del recreativismo complaciente y servicial, enemigos de la herencia de los mejores creadores visuales, la esencia de las ideas dentro de las bellas artes... (Dios me libre).

Para recuerdo de crónica... quisiera decirles que muchos candidatos que hicieron el examen preparatorio no lograron pasarlo, sobre todo los japoneses... yo logré graduarme en la Academia con altos méritos en Anatomía Artística, siendo alumno del ex director y pintor Gustavo Giulietti (q.e.p.d.).

domingo, 17 de octubre de 2010

ARISTIDES UREÑA RAMOS Rosa pasión

Publicado el sábado 16 de octubre de 2010.


-A mi madre, que me enseñó a rezar-
Todas las mañanitas, camino a la escuela, pasaba y recogía una rosa de ese rosal silvestre, que con gran cuidado conservaba la familia Busto, era la calle tercera, frente al parquecito. La fragancia que de esas florecitas emanaba era tan agradable, que mis compañeras de clases se prodigaban en alabanzas y piropos que me agradaban el corazón, como no faltaban los penosos comentarios que mis compañeros —”machitos”— en forma burlescas me gritaban, remarcando la supuesta ambigüedad sexual que mi gesto producía... llevar orgullosamente en el ojal de mi camisa una rosa de la que emanaba perfume de pasión.

Florencia, Italia, 9 de octubre de 2010.— Realmente no era un verdadero rosal el que se encontraba frente a mi casa, era una planta de rosas silvestres, que nacía de un solo tronco y se extendía, poco a la vez, en ramas que, a manera quebradiza y sinuosa, dibujaban la forma de una figura humana crucificada, en el intento de mimar en el espacio una danza de sufrimientos.
Además, se decía que la fragancia que despedía era debido a la combinación producida por el rocío matutino que filtraban las tejas de barro, los ladrillos de los zócalos de los portales y del añejo de maderas de cedros, con las cuales habían construido las casas de calle tercera... porque de esas partes y todas las calles que circundaban el parquecito los antiguos olores, como los perfumes intensos, nunca habían abandonado las viejas casas que fundaron nuestro Santiago de Veraguas.
Pero, entre los encuentros que tuve con los vecinos de mi calle, me vino la curiosidad de saber más sobre este rosal, el cual me comunicaron que había sido traído de otro jardín cercano, y que el pequeño huerto había sido adquirido (comprado) en un segundo momento por los actuales propietarios... y fue allí donde oí la primera versión de la Rosa Pasión de Santiago, que aquí les narraré...
Matilde, desde niña, había demostrado inclinación por el canto, su madre lo había notado, pues, cada vez que cantaban en la iglesia, la niña, extasiada, cantaba inmersa en una actitud divina, y la cosa no pasaba desapercibida por los demás... pero la niña desde su nacimiento había sufrido una serie de problemas de salud, que habían comprometido su crecimiento, procurándole discapacidades motoras, por lo que necesitaba de continua cura. Sin embargo, Matilde, pese a todo esto, era un pequeño ángel, que lograba encantar a los peregrinos con su bellísima voz.
La niña, debido a las graves dificultades económicas y de gestión de su padre, es poco a poco abandonada en sus necesidades primordiales de su salud y de su crecimiento físico, bajo la indiferencia social de todos sus vecinos y conocidos... la familia de Matilde había tenido una inesperada pérdida, su madre, encargada de las necesidades de la pequeña criatura, quien, por fatalidad del destino, murió inesperadamente de un ictus cerebral, dejando solo al padre inexperto para enfrentar las necesidades que la grave situación familiar presentaba... la enfermedad de Matilde, como cruel demonio, avanzaba rápidamente, devorando y deformando su frágil cuerpecito.
Fue un domingo que, en plena madrugada, la niña se agravó en forma tal que los médicos, que vinieron a controlarla, dieron un preocupante diagnóstico de la gravedad de la situación... y recomendaron que el frágil cuerpo de la criatura, por los menos, reposara en su casa... y así la niña, en su delirio, comenzó a cantar, pidiéndole a su padre que la acompañara ese domingo a la misa de los niños, la misa de las nueve de la mañana... y el padre eso prometió.
Dicen que el padre se durmió en su mecedora al canto de la niña, y no se dio cuenta de que esta bajó de su cama y arrastrándose por el suelo, como un animalito herido, con las pocas energías que tenía dentro de sí, impulsó su cuerpo hasta llegar al jardín de su casa... y allí, con el vestido sucio de lodo, semirroto, comenzó a cantar... pero le faltaba la voz, lo que le salía era un gemido delirante, un lamento doloroso que provenía de muy adentro del maltratado cuerpecito... la niña sabía que el tiempo se le había acabado y que no cantaría en la misa de las nueve.
Y fue allí, al nacer el alba, que la luz del cielo brilló con intensidad... la niña trató de alzar la mano para cubrir el brillo de tanta luz, y sintió la presencia de una señora, que lentamente se acercaba a ella; la señora, como madre experta, la tomó en sus brazos y comenzó a limpiar con su celeste manto la cara de la niña, comenzando a susurrar con dulce voz algunas palabras, que, moduladas en justos tonos, tranquilizaban a la criatura... y la niña, acurrucada en los brazos de la Señora, se elevó en el aire y desapareció entre las nubes.
Ese domingo, en la misa de los niños —misa de nueve— en la Iglesia de Santiago, se oyó la misa cantada más bella que ser humano haya escuchado. Se dice que fueron los ángeles a cantar junto al espíritu de Matilde, que para tal ocasión estaba acompañada de su madre. El padre, al despertarse y buscar a Matilde, siguiendo en el suelo el rastro dejado por el cuerpecito de la niña, llegó al jardín donde había nacido un rosal silvestre, con la forma de Rosa de la Pasión de Cristo... y por doquier se respiraba una fragancia de tranquila fe.

sábado, 9 de octubre de 2010

ARISTIDES UREÑA RAMOS La cajita mágica

Publicado el sábado 9 de octubre de 2010.

Para algunos, es un objeto que se luce por vanidad, para exhibir como un símbolo de estatus social; para otros, un objeto de utilidad cotidiana... también existe una minoría que hace menos de él.

Florencia, Italia, 5 de octubre del 2010.— Como todos ustedes comprenderán, en Florencia, siendo una ciudad frecuentada por muchos turistas, en cada plaza y callecita, hay lugares para el refrigerio y el reposo de sus visitantes... me encuentro sentado en una característica refresquería de Piazza Santa Croce, la cual frecuento con asidua regularidad, en espera de mi cafecito tinto... es allí, entre el ir y venir de la multitud, que noto, en el barandal de madera que nos separa de la augusta calle, un letrero publicitario con el anuncio de una conocida marca de reloj, que propone su nuevo modelo... estéticamente agradable como publicidad, a su vez la línea del diseño del reloj propuesto sobria y clásica, de claro estilo italiano... mi mirada, en su descuidado buscar, me lleva a posar los ojos en la parte superior del techo de lo que queda de un viejo monasterio de edad medieval, donde se encuentra una antigua “Meridiana”.

La Meridiana o reloj de sol, es un instrumento usado desde tiempos muy remotos, para medir el pasar de las horas, un mecanismo simple, que usando una varillita, al reflejo de su sombra, permite marcar una posición que indicará cada día un preciso momento del paso de la luz solar. —Pero... hablando de relojes antiguos, tengo que hacer alusión también a la Clepsidra o reloj de agua, que data de la antigüedad egipcia, y que era usada generalmente en la noche, cuando los relojes de sol no eran útiles, por razones obvias.— Soy interrumpido en el divagar de mis pensamientos por la llegada de mi cafecito, pero ya siento que en mi mente se han conjugados esas premisas que activan el gran juego de las memorias, que a través de los objetos nos abren el camino de chispeantes reflexiones.
El reloj de pulsera, esa cajita de metal que contiene pequeñísimas piezas mecánicas y modernísimos chip electrónicos, amarrados con correitas para el pulso de piel o de plástico —de una increíble infinidad de colores— ha pasado a ser un objeto que hace parte de nuestra vestidura cotidiana, pero esconde una de las hazañas más grandes que el pensamiento humano haya realizado: El salto en la oscuridad para controlar el Tiempo.


Florencia —una ciudad del renacimiento—, siendo, primero que todo, la Ciudad del Crecimiento Humanístico, donde el poder de la sabiduría, de la búsqueda de la dimensión del hombre, a través de su desarrollo intelectual, retaba al oscurantismo en algunas concepciones religiosas limitadas, llenaba la ciudad con MERIDIANAS SOLARES, que generalmente eran colocadas en la parte superior como mensaje de que el intelecto del hombre toma la parte superior de las cosas divinas... y aquellas terrenas sus dimensiones de moralidad individual... da una señal del reto repetido y cumplido por el hombre a través de su historia. Y una nueva visión de comprender la parte ancestral de lo divino.


El control del TIEMPO, desde la aurora del hombre, fue un salto en la oscuridad, porque los fenómenos y caprichos de la naturaleza eran interpretados como señales de lo divino, del castigo de Dios o de dioses ansiosos de sacrificios, de macabros rituales de agradecimiento... El reto del hombre en comprender y descifrar lo misterioso era enfrentar un territorio desconocido, el entrar en la parte oscura del miedo y desvelar la verdad de las cosas, los profanadores del ignoto se ingeniaban por tratar de dominar el pasaje del periodo que cumple la luz, a la llegada de la noche oscura... y así fue que, caminando en esta dirección, no solo llegan a controlar y a organizar el tiempo, ellos desarrollan sus estudios del inmenso manto celestial, de sus astros y de los espacios infinitos.

Un reto repetido en el tiempo, que ha dado lugar y dimensión de las cosas que tocan al hombre en este Universo... y llevando a colocar las necesidades ancestrales de lo divino, al lugar que le compete... el comprender el mecanismo del tiempo no es contrario al credo religioso, porque las esferas oscuras ayudan al credo de las supersticiones y no al acto de una verdadera fe.

Alzo la mirada, respirando el aire que circula en esta bellísima plaza renacentista, llamo a la camarera para pedir mi cuenta... y, al llegar a mi mesa, le pregunto cortésmente:
—“¿Qué hora es?”—... ella, con una pícara sonrisa, comprendiendo que pertenezco a aquellas personas que no usan reloj de pulso, me dice, con voz gentil y dulce:
—“Es la hora de que se compre un reloj, don Aristides”—.

sábado, 2 de octubre de 2010

ARISTIDES UREÑA RAMOS “Mujée Muleto”: Tía Iye y sus siete vidas...

Publicado el 2 de octubre de 2010.




Mi tía Iye, bailaba el tambor como una lagartija, moviendo la cintura como borriguero, por eso la llamaban “Mujée Borriguera”, pero los más guapos y bonitos -aquellos que entraban en intimidad con ella- decían que tenía el cuerpo bello como un venado; que en el lecho corcobeaba y gemía como un muleto.
Florencia, Italia, 20 de setiembre de 2010.- Y fue en plena avenida Central, en la Placita, en el Mercado, como en cada lugar de Santiago, que los habitantes, abandonando sus quehaceres, fueron sorprendidos por el escándalo que poco a poco se regaba por toda la ciudad.
El fuerte sonido aumentaba su intensidad, como si se acercara un temblor, las personas perturbadas por el repentino alboroto, interrogándose entre ellas, trataban de darse una explicación de lo que estaba pasando y de pronto alguien, gritando a voz en cuello, señala con el dedo -allá, en el horizonte, sobre los techos de las casas- la sombra negra que a manera de nube oscura se acercaba rápidamente en el intento de cubrir el cielo... y fueron embestidos por un fuerte viento, por la oscuridad y el ensordecedor traqueteo que hacía trepitar fuertemente los corazones... eran el trinar y el aletear de millones de totorrones, ribilines, que, junto a negros tilingos, pasaban como endemoniados por toda la ciudad, chillando, en su coral bullí'o, un extraño y bestial canto de alegría.


Tal cantidad de bichos raros había cubierto la luz del mediodía... y así mismo fue que en medio de tanta confusión las campanas de la iglesia comenzaron a tocar, movidas por la furia del viento... lentamente la nube de bichos raros abandona la ciudad... y solo las campanas siguen vibrando... en un continuo 'ding, dong', anunciando que el peligro ha pasado.

Iniciaron entonces, entre la gente sorprendida, las respuestas y explicaciones a tan extraño fenómeno, nunca visto en estas partes... que en verdad se supo proveniente de la morgue del hospital, pasando, por la iglesia y acabando en la casa de mi tía Iye, en las últimas casas alineadas en las afueras de Santiago, camino a Montijo.


Tía Iye era morena como el cacao, la más bella de todas mis tías, quienes provenían de los caseríos cercanos a Puerto Mutis... de aquellas zonas en donde todavía se custodian los secretos del rojo del achiote y los misterios del Panamá profundo... Pero de lo que en verdad pasó... aquí les narraré.
En las afueras de la ciudad de Santiago, camino a Montijo, existía una tienda, bien nutrida, propiedad de un emigrante español... este había comprado una pequeña y modesta finca, a 20 minutos a caballo de la ciudad... es así que cada día tenía que viajar para abrir su negocio y en las primeras horas de la noche regresaba a su finca... fue en uno de estos regresos, en una noche oscura, de viento y aguacero, que en el camino se topó con un misterioso acontecimiento... repentinamente el caballo se puso nervioso, no quería caminar... al mismo tiempo, desde los matorroles, algo comenzaba a venir hacia él, era como una presencia ruidosa, de ramas cortadas y una hojarasca violentamente arrancada del suelo... e iba de salto en salto, vio un rostro de mujer con cuerpo de bicho raro, que pasándole por la cabeza, le tumba el sombrero y le espanta el caballo, que sale corriendo como bestia enloquecida, hasta llegar a su finca... el bicho raro lo corretea hasta llegar cerca de su casa, chillándole como venado, silbándole como pájaro y gemiéndole como mujer en calor... por todo el camino.


La aparición se repetía cada vez que la noche era oscura, de vientos y vendavales... fue así que el español se fue a donde su paisano, el cura de Santiago, y allí hablaron... al día siguiente dicen que vieron al propietario de la tienda limpiando la escopeta y lo que no pasó desapercibido fue que cogía cada bala y la señalaba, rayándola con la señal de la cruz, esta operación de rayado la hacía con los dientes... bañando las mismas con agua bendita, que le había dado el paisano sacerdote.
Y... vino la noche y el español esperó las horas más tardías, que eran de chaparrones... se encamina hacía su finca montado en su caballo, embraza la escopeta lista para disparar... y como de costumbre, en el mismo lugar, se le presenta el bicho raro, que comienza a bramar desde el matorral, el español apunta su escopeta y aprieta su escapulario... apenas sintió la bestia sobre su cabeza le descargó todas las balas que pudo... se oyó el peso de un cuerpo que caía entre los matorrales... el español bajó a buscar la bestia para darle el golpe final... pero... no encontró nada... regresó al día siguiente y encontró un charco de sangre..., pero ningún cuerpo... Allí el español bañó el suelo con agua bendita y puso una imagen de la Virgen del Carmen.


Ese día, en casa de tía Iye, había un gran ir y venir de familiares, solo le era permitido entrar a los más ancianos, todos se agachaban al orden severo de mi Mama Teófila (mi abuela)... también llegaron dos negros matreros cimarrones de los caseríos cercanos de Puerto Mutis, no se sabía qué había pasado, porque todo lo que sucedía era hecho en cerrada reserva..., pero nos habían dicho que tía Iye estaba grave, por morir... y fue así que vimos a tía Iye vestida de traje de lino blanco, en los brazos de los dos cimarrones, que la llevaban camino a la morgue de Santiago, le habían coronado la cabeza con un turbante blanco con pepitas de oro y flores de papo... y como encanto... los tilingos, totorrones y ribilines alzaron el vuelo... y comenzando a entonar un extraño canto de alegría.
La demás gente, que se había quedado en la casa, se encerró en el cuarto de tía Iye y solo se oía el canto y coro acompañado de un tambor, aquel tambor montijano... que, repicando antiguos tumba'os, hacía olvidar la tristeza, abriendo la puerta a la esperanza.
Dicen que el español regresó a la Madre Patria, porque enloqueció, incapaz de comprender a la gente criolla... y, pues..., de mi tía Iye les diré que... todavía sigue bailando como lagartija, viviendo sus restantes seis vidas, y que apenas oye una tamborera comienza a mover su caderas, transformándose en Mujée Muleto... contorneando su bello cuerpo de venado... mientras la aparición de unos tilingos hace que algún viejo recuerde aquel día en que el cielo santiagueño se cubrió de tantos bichos raros como nunca antes se habían visto...

viernes, 1 de octubre de 2010

ARISTIDES UREÑA RAMOS La entrevista no realizada


Publicado el 25 de setiembre de 2010.
Proviene de una noble familia aristocrática hindú, de niño daba señales de poseer el don más bello que regala la naturaleza a quienes vibran con el fantástico mundo de la composición musical —poseía el OÍDO ABSOLUTO— fue talvez el dialecto hablado por sus padres, un rico lenguaje tónico, el que lo educó para captar la sutil diferencia de las frecuencias tonales.
Florencia
, Italia, 22 de setiembre.— A paso apurado, me encuentro caminando en la vía Borgo Pinti, la cita a la cual me dirijo sostiene con firme andar mis emociones, en la estrecha calle, de piedra antigua a manera de callejón, se respira todo el aire renacentista de esta ciudad... trato de recordar en orden las preguntas que tendré que hacer... porque el personaje que tendré que entrevistar no dejará paso a las improvisaciones... Es así que giro y entro en la vía della Pergola... y veo el antiguo teatro adornado con los vitrales Art Nouveau y esculturas renacentistas en su portal... donde el maestro Zubin Mehta me ha concedido el privilegio de entrevistarlo, quitando tiempo a su apretada jornada.
Entro y me dirijo a la sala de pruebas, donde ya veo la figura extranjera del Maestro, me presento y, con una gran sonrisa que cubre toda su cara, me invita a acompañarlo a un cuarto semioscuro, donde grandes frescos y estucos engañan la pared... noto, al pasar rápidamente la mirada, una especie de Pianoforte y mi mente viaja distraída dentro del aparato misterioso, que en mi infancia vi varias veces desmontado... claves, cuerditas de metal, pedacitos de madera encastrados, telas de felpa pegadas a los teclados y madera de raíz blanca plastificada... le comento al Maestro mi admiración hacia ese viejo instrumento... y él, sorprendido, me pregunta en qué lugar lo había visto... prontamente le respondo:
--"en Santiago en casa de mi abuelo"....
Y allí me pregunta sobre mi abuelo y dentro de sus curiosos comentarios me habla de las personas que poseen el don del Oído Absoluto.
El Oído Absoluto es la capacidad innata que pocos privilegiados poseen para identificar por su nombre una nota musical, sin la ayuda o referencia de alguna nota musical. Beethoven, Paganini, Mozart, Stevie Wonder, Ray Charles y Miles Davis eran Oído Absoluto.
Mi abuelo Samuel Ramos fue organista toda la vida en la Iglesia de Santiago... y la curiosidad que llevo dentro de mí es sobre este gigantesco mueble musical, que con misteriosos sistemas mecánicos, producía sonidos de sorprendentes llantos angelicales, que me provocaban aletear de mariposas en el estómago e hipnotizaban la memoria con fantásticas luces multicolores..., pues el Maestro Mehta, al escuchar mi desnuda confesión, coloca sus largas manos en el Pianoforte y toca las bellas notas de un REQUIEM AETERNAM, que me inmoviliza el cuerpo... el PIANOFORTE responde al constante estímulo al cual es sometido, pareciera que la unión entre ellos es un solo lamento evocativo... el maestro se mece, balanceándose junto a las notas, su cara... dibuja a veces profunda tristeza, a veces lejanos lamentos. Y abriendo su boca, con una trágica mueca que anuncia el encuentro con el profundo tiempo de un silencio musical —con rápido suspiro— cargando desde adentro la emoción, se lanza con fuerte ímpetu sobre las teclas que brillan con tonos duros y fuertes, en la explosión de todas la notas más bellas de Mozarth... anunciando la descargada espera de un trágico final... y yo, sin poderlo aplaudir, porque la inesperada sorpresa y la magia que se había creado no podía ser destruida con algún gesto banal... y así opté por el silencio, en reverencia a la genialidad del hombre—artista frente a mí...
El breve silencio es roto por el Maestro, el cual con mucha naturalidad me habla del color de las notas, una cualidad que poseen las notas, muy parecida al color visual, caracterizando y distinguiendo cada una de ellas, como también diferenciando los acordes y las tonalidades.
Nuestro oído no está educado para captar estas diferencias, porque nuestra cultura musical nos lleva solo a notar la altura, modo y ritmo de las canciones, dejando fuera las tonalidades, que correspondería a saber distinguir un color claro de uno oscuro, sin saber reconocer que uno es amarillo y otro es azul.
Poco a poco el tiempo pasaba, sin ponernos algún límite al orador y yo, que escuchaba... y fue así que fuimos interrumpidos por el llamado desde la platea, que bramaba por la presencia del Maestro para la prueba general de la Orquesta... Mehta se levanta, igual yo, y me da una cordial despedida... y sin darme cuenta me encontré parado afuera, en la puerta del teatro... Corría un viento frío, me cubrí cerrando mi abrigo y enrollándome la bufanda, en el intento por no perder un solo ápice de la regalada emoción... paso a paso... camino por la vieja calle, con la confusa impresión de haberme perdido en un bellísimo diálogo... voy apretando entre mis manos el cuaderno... sin respuestas... donde reposan las preguntas de una entrevista no realizada.

ARISTIDES UREÑA RAMOS El cholito Martín en los cañaverales


Publicado el 18 de setiembre de 2010.
Corrían los años de 1970.— El Proceso Revolucionario panameño decide construir una planta azucarera para el procesamiento de la caña. Nace el Ingenio LA VICTORIA en el corazón de la República, una visión estatal que muchos hipotetizaron como de amplio respiro... los Países No Alineados trataban de encontrar vías alternativas, para desarrollar políticas autónomas, al dictamen de los grandes monopolios mundiales; la industria AGROALIMENTARIA era considerada una posibilidad para la creación de “economías locales” y vías para salir del subdesarrollo.
Fue así que se transformó la geografía de los poblados de La Mata, San Pedro del Espino y otros caseríos, para dar terrenos aptos al cultivo de la caña de azúcar. En torno a esta realidad crecen pequeñas historias de hombres de fatiga, lejos de las crónicas nacionales.


Florencia, Italia, 12 de setiembre de 2010.— En pleno mediodía, bajo el sol ardiente, en una silenciosa fila se encontraba el cholito Martín, todavía lo acompañaba el cansancio de haberse trasnochado por los pensamientos sobre la posibilidad de que le dieran un puesto de trabajo y esa misma preocupación se respiraba en torno a él.
Iniciaba la zafra en el Ingenio La Victoria y la peonada de cholos, bajados de las cordilleras de Chiriquí, Veraguas y Coclé se encontraba en desordenadas filas, alineados solo por las ansias laborales... por el afán de iniciar las jornadas de trabajo.
El cholito Martín era fuerte, joven, había bajado a trabajar, como lo habían hecho su padre, su abuelo y gran parte de su familia, es por eso que acariciaba el saco de nequen que, con mucha atención, apretaba en su espalda, debido a que el saco perteneció a su padre y como tal, herencia de inestimable valor; Dentro de este llevaba todo su mundo: Un machete, una totumita, una camisa y un frasquito con un ungüento que él llamaba “Ñunco”, una mezcla de mentolato, polvo de espinas de palma de pixbae y un triturado de hormiguitas candelillas, siendo esta la medicina usada para todos los dolores de cuerpo.
Fue así que el cholito Martín se encontró a lo interno del cañaveral en la dura faena del corte y tumbe de caña, hombro a hombro con la sudorosa cuadrilla de paisanos.
Y pasaron los días... fue al tercero de estas jornadas que sucedió lo siguiente:
—Apenas llegada la tardecita, la peonada se reunía y acomodaba en cada lugar que brindara amparo... bajo los pocos árboles que acompañan los senderos; igual, algunos se quedaban al costado del cañaveral, solución que escogía Martín... Era allí, al lado de los cañaverales, donde “a la mejor” se cocinaba lo que cada uno ofrecía... Y Martín aprovechaba para refrescarse un poquito, sin nunca aceptar porción alguna de comida, porque no contribuía con “algún que” de alimento. Y así por tres días —de Martín— no se sabía cómo se alimentaba, pero se comprendía el orgulloso rechazo, pues, hacía parte del carácter de las dignas personas procedentes de los altos de las cordilleras panameñas... el cholito Martín siempre, al momento de la comida, agarraba su totuma y desaparecía a buscar agua fresca.
Y llegó el anochecer, los peones se acurrucaban a reposar el cansancio... de repente, desde lo profundo del cañaveral, se comienza a oír un lamento ansioso y repetitivo que aumentaba cada vez más... y más... llamando la atención de toda la peonada... los más curiosos se pararon en el intento de comprender los lamentos y gemidos..., pues, lo que se escuchaba era un gran “juams, juammsss, hamms, hammss”... como si fueran suspiros amorosos, y la curiosidad invadió a toda la cholada que, levantándose, se acerca al lugar de donde provenía el gran trastorno de suspiros, y que parecían de quien se abandona en el acto sexual..., porque los suspiros eran profundos sollozos... “muaanzzz, muaanzz, muaaazz”, alternándose con gemidos de “hams, hams, hams”... con paso lento y pícaras miradas, los cholitos comenzaron a entrar en la cañada, tratando de no hacer ruido, para poder sorprender a la pareja de incautos enamorados, y, entre más se acercaban, más fuertes eran los gemidos: “Huuumsss, huuuumss, muuazz, muaaazz, muaaazz”... abren la última cortina de cañas que separaba la vista de la sorprendente escena... ¿y qué vieron?.. al cholito Martín dándole tremendas mordidas a un trozo de la suculenta caña cubana.

ARISTIDES UREÑA RAMOS El seductor lenguaje del abanico

Publicado el 11 de setiembre de 2010.
En los alrededores del mil ochocientos, hasta los inicios del mil novecientos, en Europa se había desarrollado una forma de comunicación, un lenguaje, que, a través del uso del ABANICO, se abandonaba a escondidos mensajes amorosos y sensuales... con el simple gesto de abrir y cerrar este objeto, colocándolo en varias partes del rostro y del cuerpo.

Venecia, 02 de setiembre de 2010. El vagón de ferrocarril estaba casi vacío, cosa inusual, porque esta vía de Florencia hasta Venecia es muy transitada por turistas, pero esto no me preocupa, pues el tren viaja a toda velocidad, inalteradamente hacia la inaguración de la 67ma edición de la Muestra Internacional de Arte Cinematográfico de la BIENAL DE VENECIA 2010.
En el fondo de mi vagón, observo sentada una silueta femenina, que con suaves movimientos se abanica, tratando de encontrar alivio a este tórrido verano italiano.
No sé de qué manera, nuestras miradas se encontraron, tal vez en busca de solidaridad –visto que somos solo dos los ocupantes de este vagón-..., pero yo, hipnotizado por esta presencia, no logro desviar mi atención hacia otro lugar, sus ojos celestes como el cielo me miraban con sospechosa intriga. Ella gira su cabeza y la apoya al vidrio de la ventana, mirando a través de esta el rápido pasar de la lejana llanura venetas.
Noto una pícara y ligera sonrisa y llevándose el abanico a su rostro lo abré, cubriéndose boca y nariz, insistiendo con coqueteos de miradas, en busca de aprobación, de atención. Empuña un abanico de marfil, que refleja la luces de las madreperlas, y con rápidos movimiento, como quien abre un arcodeón, la imagen de una ave de colores pasteles se desluce en contraposición al papel verde de su abanico...
El ABANICO había desaparecido del vestuario de los europeos desde hace mucho tiempo. Por lo que es muy curioso que hoy en día tengamos una invasión de este objeto, que regresa a ser parte integrante del vivir cotidiano.
Inventado por los chinos en el periodo del CELESTE IMPERIO -un pedazo de tela pegado con varitas de bambú- y perfeccionado por los japoneses en su forma plegable.
A memoria, el primer ABANICO plegable, con papel de arroz y varitas de bambú, es del siglo VII, mientras que la llegada a Europa es más tarde. CATERINA Dè MEDICI fue la promotora y se le atribuye su ingreso a Francia, durante su reinado. Después, en el siglo XVII, comienza su perfeccionamiento. El abanico al inicio estaba reservado para los nobles y aristocráticos, y como todo objeto noble fue embellecido con telas de seda intercaladas con oro, purpurinas, decoraciones artísticas y verdaderas pinturas, como también con empuñaduras hechas en marfil y piedras preciosas. Y, como muchos objetos de la alta aristocracia, el abanico pasa hacia las clases populares. Haciéndolo accesible a todas las clases sociales.
Reina soberano en todas las cortes europeas del 1800 hasta los inicios del 1900, a tal punto que se hacen Manuales de Galanteo o Etiqueta, para enseñar el lenguaje seductor del uso del ABANICO.
...No sé, en verdad, no logro recordar el tiempo transcurrido antes de que mi tren entrara en la terminal de Venecia, llegando a mi destino... pero no lograba desviar la mirada de la dulce dama, quien, con misteriosa dulzura, continuaba sonriendo... pero en un momento se levanta de su puesto e intenta recoger su equipaje de mano, colocado en la parte superior del vagón.
Y yo... bloqueado, mudo, repitiéndome en mis pensamientos:
-“Un ABANICO, ¿dónde encuentro un abanico?”-, para tratar de responder a la bella señora.
Y con mis pensamientos me levanto a recoger mi maletín y mi gabardina dándole la espalda... al momento de darme la vuelta la dulce señora no estaba ya, había desaparecido, dejando en su butaca el hermoso abanico, como recuerdo y aviso para que no me deje sorprender en otra ocasión sin un abanico que me permita seducir a una bella dama...