domingo, 14 de noviembre de 2010

ARISTIDES UREÑA RAMOS Tío Burro y la Tarima Electoral —La otra versión—

Publicado el sábado 13 de noviembre de 2010.

Nunca me he sentido un escritor ni he tenido esa pretensión, escribo porque dentro de mí se me alborotan las ideas y se me revuelve el estómago por las ganas de narrar aquellas cosas que se presentan, poco a poco, ordenadamente dentro de mí... pero lo curioso es que de cada narración que he publicado, en el proceso de visualización de las tramas, se me presentan las posibilidades de desarrollar las situaciones de manera múltiple... dándome la posibilidad de escoger entre ellas las que creo útiles a la idea inicial... Por estos motivos, los invito a compartir una de estas “curiosidades”, sucedida cuando escribía el cuento “Tío Burro y la Tarima Electoral”, adaptada en la PLACITA de la Ciudad de Santiago.

Florencia, Italia, 10 de Noviembre de 2010.— Y la placita se inunda con las carcajadas de los dos adversarios, que, con lágrimas de complacido entendimiento, no terminaban de reír... Pero el Tío Burro estaba picado y dice:

“Pero nosotros nunca hemos fomentado el terror y el miedo para conseguir votos, Ustedes sí hacen eso”.

La Tarima, siendo una que de experiencia ha acumulado mucha en el tiempo... se pone a meditar y así pasan los minutos, de repente replica:

“Nosotros no recibimos lecciones de ninguno y menos de Ustedes... si la gente decente y honesta se siente en ansias por la inseguridad social, por la cantidad de maleantes que roban, que andan matando la gente por la calle, mientras los ciudadanos desean una sociedad más tranquila y respetuosa de sus cosas... pues, nosotros damos una firme respuesta a ese problema”.

El Tío Burro lo mira con una mueca de desprecio y contesta:

“Bueno, pero es la política, tienen que dar respuesta a esas situaciones, resolver el problema de los más humildes, creando una sociedad más justas, dotarse de políticas sociales que den respuesta a las clases humildes, para evitar y contener el agravarse de estas inseguridades”.

La Tarima no deja terminar a Tío Burro y, sobreponiéndose, responde:

“Mira quién habla... si ustedes son los primeros en crear rondas, regalándole uniformes de vigilantes a los ciudadanos de las barriadas, armando a la gente en comités de defensa civil... qué especie de descarado y mentiroso es Usted”...

Tío Burro rápidamente responde:

“Ustedes son los que crean brigadas civilistas, para llamar la atención sobre fútiles problemas, alejando al pueblo de los verdaderos problemas sociales”...

Y la Tarima rebate rápidamente:

“Somos nosotros los que hemos llevado una justa causa y luchado para crear dignidad en este país... además, además...”.

La Tarima no termina la frase y observa que el Tío Burro sonríe sarcásticamente, con cara de pícaro político moderno... la vieja tarima comprendió el sutil juego en el cual había caído y el Tío Burro abre los brazos al aire y en voz alta dice:

“Lo ve, Usted está vieja, superada, la nueva política necesita confundir las aguas, hacer ver que tú eres la solución y no el problema... y me parece extraño que Usted no lo comprenda”.

“Ustedes, que en campaña electoral prometían puente donde no había ríos, pan donde no había harina... y eso le gusta al pueblo, además creando vigilantes, la gente se siente protagonista de la ley”.

La Tarima, con voz de niño ñañeco, responde:

“Oiga, Usted sí que es descarado, ¿dónde estudió tantas vainas interesantes? ¿En la Harvard University de Cambridge? Poner al pueblo contra el pueblo, eso sí que me gusta, así no joden la paciencia y se matan entre ellos”.

... Y la plaza fue invadida por sonoras carcajadas de la Tarima y el Tío Burro, que se revolcaba en el suelo y entre risas y volteretas gritaba:

“Al pueblo se lo metemos por detrás dos veces, ja, ja, ja, ja, ja”.

Y la Tarima, que temblaba por todos lados, con algunas tablas que caían por el suelo de la risa, respondía:

“Ja, ja, ja, uniformados de VIGILANTES matando maleantes ja, ja, ja, ja, ja. Usted es burro, pero sabe más que el diablo, ja, ja, ja, ja”...

Y el Tío Burro, con las lágrimas que brotaban de tanta risa gritaba:

“Políticas sociales para la gente humilde y necesitada, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, déjenlos que se maten entre ellos, ja, ja, ja, ja”.

Y así llegó la lloviznosa mañanita y con ella los carpinteros a desmontar la tarima, cosa que hicieron velozmente, cargando los tubos, tablas y afiches, como también cargaron al burro.

El camión se aleja atravesando la avenida Central y desde lejos se oye el gritar de la Tarima, que, con su voz de niño ñañeco, le gritaba a Tío Burro:

“Son años y años que veo siempre la misma vaina, encaramarse políticos mentirosos y oportunistas a prometer milagros y cuando llegan al poder se olvidan de mí”.

Y el Tío Burro le responde:

“Yo no soy caballo de paso fino y no sirvo para la fatiga, al matadero me mandarán estos desgraciados”.

Dicen que el camioncito desvió su ruta, pues los carpinteros, provenientes del caserío de Cantos del Llano de Santiago, se robaron la tarima y el burro... y, a escondidas del fiscal y las máximas autoridades gubernamentales, celebran, allá... en los llanos frente a la capilla, las Fiestas Patronales de Santiago Apóstol, teniendo al centro del llano a la vieja tarima, que se sacude de alegría, y al Tío Burro, que pasea, tirando paso fino, al abanderado de la fiesta patronal.

lunes, 8 de noviembre de 2010

ARISTIDES UREÑA RAMOS Tío Burro y la Tarima Electoral -I° Parte-

Publicado el sábado 6 de noviembre de 2010.



Se respiraba un aire sereno, bajo la llovizna, en esa madrugada de campaña electoral, la Placita de Santiago bañada de banderas y papeletas con las fotos de los candidatos que se disputaban el triunfo.

En el centro de la placita, al lado de la terraza central, estaba una vieja tarima cubierta de banderas mojadas, mientras un adormecido burro, adornado con guirnaldas tricolores, también empapadas, masticaba lentamente su indigerible comida.

La tarima que habían montado era de tubos y madera reciclados de otras tarimas, por eso, a un atento mirar, se veía muy vieja y mal presentada… a su vez, el empapado burro, pese a la llovizna, exponía toda su joven musculatura, pues había sido atentamente seleccionado para ser presentado a los votantes.
Florencia, Italia, 3 de Noviembre 2010- La Tarima comienza a toser, en el intento de llamar la atención de Tío Burro, el cual viendo la insistencia de la Tarima, con voz ronca y profunda, le dice:
“A ver, ¿qué pasa, qué te sucede?”, y la Tarima le responde:

“Oiga, es que estoy cansada de todo este trajín... cada uno me viste como quiere, de amarillo y morado, de blanco y verde, de azul y rojo... de todos los colores de este mundo me han vestido... estoy cansada de que me disfracen, de oír las mismas promesas electorales que estos señores hacen cada vez que llega una campaña”.

El Tío Burro escucha en silencio y sigue masticando, sin responder… pasan algunos minutos y la Tarima, que tenía una voz chillona de niño ñañecho, continua:

“Bueno, y de pueblo en pueblo me montan y me desmontan, y los hijos de los hijos de los mismos políticos, con las mismas promesas, con los mismos discursos electorales, se hacen votar de este ciego pueblo... qué vaina, ¿no?”.

El Tío Burro no responde y continua en su indiferencia total, la Tarima continua: “Pero, Usted no se la pasa mejor que yo... porque la figura de ridículo que Usted hace, montado por sus jóvenes candidatos, no es que sea bonita cosa de mirar”.

Y el Tío Burro la mira y, con voz de locutor de radio, le responde:

“Mire, es que Usted ya está superada, ya la gente no le da la confianza a la vieja política, mentirosa y atrasada… aunque sí le digo, y le confieso honestamente, que me siento ridículo cuando veo a mi patrón vestido de camisilla, con sombrero pinta'o. Gente que nunca ha vivido los problemas de la gente humilde y solo para estos momentos se disfrazan de gente común, de eso sí me avergüenzo”.

Y la Tarima le responde:

“¿Atrasada yo?.. No, compadre, nosotros seremos atrasados, pero al menos tenemos la dignidad de no jugar con los sentimientos de los humildes”.

El Tío Burro comienza a soltar una carcajada y ataca:

“Bueno, sí, Ustedes han controlado por años y años este país y se han enriquecido bajo la protección de los políticos cómplices de vuestras porquerías”. La Tarima, vista la agresión a cual estaba llamada, responde: “Pero, hemos hecho muchas cosas buenas en este país, con dinero propio y en vez Usted... ¿de dónde viene tanto dinero, de dónde sale tanto dinero?.. Se lo digo yo de dónde… de la droga, del tráfico de esa porquería... y eso es indigno”.

El Tío Burro se pone bravo y se lanza gritando: “Son Ustedes los que están ligados al tráfico y lavado de dinero, a través de vuestra banca, y eso es la pura verdad... Son Ustedes los que han creado la narcopolítica en este país”...

La Tarima, viendo que perdía puntos, se pone a reflexionar, y un silencio invade la plaza... y, después de una meditada pausa, dice con una pícara sonrisa:

“Bueno, compa, en eso parece que somos igualitos, como mamón boboré”... y la placita se inunda con las carcajadas de los dos adversarios, que, con lágrimas de complacido entendimiento, no terminaban de reír.

Y así llegó la mañanita y con ella los carpinteros que desmontaron la tarima, cargándola sobre un camión y, junto a los tubos y tablas, subieron al pobre burro, listo para irse para otra ciudad… a la distancia se veía el camión alejarse de la placita, mientras en la solitaria Avenida Central aun se lograba escuchar la discusión que continuaba... Tío Burro que le gritaba a la Tarima:

“¡¿En qué parte del mundo tú has visto que la industria más floreciente del país sea la Presidencia de la República?!”, y la Tarima, con su voz de niño ñañeco, le respondía:

“Eso sucede porque burros como tú alcahuetean ciertas situaciones”.

Y entre gritos y respuesta se alejan de la ciudad.

Los carpinteros se habían quedado con la boca abierta bajo la llovizna, mirando la escena del camioncito que abandonaba la ciudad de Santiago, sobre todo al ver y oír al Tío Burro con la Tarima que discutían... uno de ellos grita a sus compañeros de fatiga:

“Oigan, estoy soñando o me he vuelto loco, cada vez que llega la campaña electoral en este país suceden cosas raras, solo falta que nos traigan a Tío Muleto como candidato”.

lunes, 1 de noviembre de 2010

ARISTIDES UREÑA RAMOS El digno rojo de mi bandera



Publicado el sábado 30 de octubre.



El clima que se respiraba en el Departamento de Panamá era de tensiones escondidas y ansias sociales preocupantes... los cerrados aguaceros octubrinos azotaban las calurosas tardes sobre los techos de las antiguas casonas de las aristocráticas familias... todo esto alrededor de la plaza de la Catedral... se daba el cuchicheo a lo interno de estas casas sobre las estrategias separatistas, reuniones clandestinas y pactos por la eminente ruptura con Colombia... allá, en las oscuras salas de aristocráticas y patrióticas familias se tejía la trama de la nueva Patria... dejándonos memoria escrita, testificaciones de tal hazaña, porque la historia es de quien la escribe... y el “patriotismo heróico” pertenece a aquellos que en silencios dignos, lejos de la crónica, del legado histórico, contribuyeron con su sacrificio a la creación de las bases sólidas de una gran nación.
Florencia, Italia, 24 de octubre de 2010.- La camisa blanca del negro Porfirio se había transformado en una de rojo penetrante, por la gran cantidad de sangre que su cuerpo perdía... pero, seguía corriendo velozmente, pese a sus pocas energías, atraviesa la plaza central y salta el muro que separa la calle del antiguo patio de la señoril casona, que hacía esquina con la Catedral.

El negro Porfirio provenía del departamento colombiano del Chocó, llegado muy de niño a Panamá, al servicio de una familia plebeya ocupada en la burocracia gubernamental colombiana... desde joven cultivaba el ideal liberal sobre el respeto a la dignidad de las personas, de igualdad, más allá del color de su piel, por eso participaba activamente como mensajero clandestino en las filas del movimiento separatista... desplazamientos que eran realizados a altas horas de la noche.

“Mi patria es aquí, donde me encuentro en este momento”... era el pensamiento continuo que llevaba esculpido en la memoria el negro Porfirio, porque era la única herencia dejada por su abuelo... por esto él participaba activamente, pues, su batalla aquí en Panamá abría la oportunidad de la creación de una Patria libre, donde la convivencia entre negros, blancos, indígenas y demás razas fuera de igual dignidad, orgullo y patrimonio de una nueva nación.

El negro Porfirio fue herido de bala en un enfrentamiento con una ronda nocturna, porque no obedeció la orden de “alto”, vigente en la temerosa Panamá.

Por ello, la negra Zaida -su esposa- se empeñó durante toda la madrugada en detener el torrente de sangre que brotaba de las heridas del moribundo. Pero la situación se agravaba, porque el herido necesitaba atención médica urgente... pero no contaban con el dinero necesario para pagar un cirujano y su silencio cómplice, porque había que mantener discreción absoluta, pues el descubrimiento de tal episodio y del lugar en donde estaba escondido Porfirio podría poner en peligro a muchas familias.

A la mañana siguiente, domingo de fines de octubre de 1903, el sol brillaba, haciendo resplandecer las piedras ocres de la Catedral y el piso del quiosquito en el centro del parque, con los azules, amarillos y negros colores de los mosaicos, lucían las caprichosas decoraciones que imitaban las porcelanas españolas... la pequeña banda, compuesta de criollos negros, se aprestaba a iniciar la retreta y un joven director, el único blanco, procedente de la Madre Patria, lucía su bella casaca militar.

Fue él quien enseñó la música culta a los miembros de este particular quinteto y se exhibía como el director de la banda militar del batallón Ecuador de Panamá, ellos estaban convencido de que ejecutar una retreta en el parque central servía para calmar los ánimos y enmascarar las actividades revolucionarias con una falsa quietud capitalina... el joven director era Santos Jorge Amátrian.

La negra Zaida había aprendido a tocar violín gracias a Santos Jorges, siendo ella una importante figura del quinteto y al parecer lo hacía magistralmente, pero en ese momento su preocupación por la peligrosa situación perturbaba su mente... su esposo, Porfirio, estaba muriendo por las balas traicioneras y ella tenía que cumplir compromisos con su banda musical, sin dinero, sin ayuda o solución alguna... encontrándose allí, en el quiosco, para tocar la retreta, ese domingo de octubre, frente a la Catedral.

Zaida se había traído dentro de la custodia del violín la camisa ensangrentada de Porfirio, porque tenía que deshacerse de ella lejos de su casa... y así, bajo este clima de tensión, iniciaron a tocar los pasillos y valzers criollos, preparados para tal ocasión.

Fue Zaida a pedirle al director tocar un pasillo criollo, compuesto por ella y arreglado por el joven director, que mucho gustaba a su marido... “Pasillo brisas de la REINA chomba del mar” y así fue concedido... Zaida comenzó a tocar las notas tristes y melancólicas del elegante pasillo en su violín... y los presentes, hipnotizados de tan bella música, se abandonan, sorprendidos del mimar rítmico del violín y de la ondulante figura... y Zaida, extasiada, de imprevisto entra en un trance sensorial... y sueña a ojos abierto, delante de su público... se balancea y sube, sube, sube acompañada de cada nota musical... hasta llegar a la presencia de una NEGRA CHOMBONA de cabello cuscú, que le sonreía, con su gran boca llena de blancos dientes... era tan bella la sensación de tal materna presencia que, con los ojos húmedos, no lograba distinguir tan bella y luminosa encarnación... la gran MADRE CHOMBA se le acercó y le susurró al oído:

---.“Sé de tu problema, que tendrá solución... en la custodia de tu violín intercambié la sangrienta camisa de Porfirio y te dejé 10 yardas de lanilla roja, manda tu hijo a venderla y recogerás el dinero para cubrir tus necesidades...”.---

Era tan dulce el tono de la voz, que Zaida apretaba con dulzura el violín desde el pecho a su mentón... y dulcemente regresa a la realidad, terminando el pasillo, bajo agotadores suspiros... eso provocó un conmovedor aplauso del público presente, impresionado de tal bella ejecución musical... y así con la retirada del complacido público terminó el conciertito de la retreta de la Plaza de la Catedral.

Zaida llama a su hijo menor y mira dentro de la custodia del violín... y en efecto, allí se encontraba ordenadamente acomodada la lanilla roja... y así dio la orden a su hijo de ir a venderla a las prósperas tiendas de aquellos hebreos y rabiblancos de la capital... y así fue hecho, apenas en posesión del dinero, la negra Zaida corrió en busca de un médico cirujano, al cual tenía que pagar sus oficios y su silencio.

Pero, por justicia divina y voluntad de casualidades históricas... la lanilla roja fue comprada por el Almacén Villa de París, el cual la vendió a la noble señora María Ossa de Amador para la confección del cuartel rojo de la Bandera Nacional.

... mi bandera panameña lleva el rojo digno de la gente humilde, de aquellos que en silencio luchan por realizar un sueño. Mi bandera panameña lleva un rojo de dignidad de trabajadores, intelectuales, estudiantes, comerciantes, de gente común que construye día a día un porvenir de justicia y libertad.